Antes del Otero maestro estuvo el Otero portero y las cualidades que le llevaron a adoctrinar a jóvenes se encontraban en cómo era cuando se ponía bajo palos. Moll esboza los trazos de aquel meta de figura imponente: "Era muy delgado, con un físico bien formado. Se cuidaba muchísimo y estaba muy pendiente del entrenamiento. Ágil y seguro". Y como persona era "buena gente, simpatiquísimo". Hasta apunta una anécdota de la época de H. H. "Helenio nos vigilaba la comida y a Otero le gustaba mucho comer. Un día estábamos dando un paseo en una concentración, se puso de broma a hacer piruetas en el aire y se le cayó un trozo de pan de la sudadera", recuerda aún riéndose.