Samuele Longo abandonó el sábado el césped de El Sardinero y la tomó a golpes con el banquillo. El delantero pagó su frustración con la cubierta después de otro partido sin marcar. Son ya ocho encuentros (los últimos cinco como titular) y todavía no se ha estrenado. En total, 454 minutos de sequía que colocan al italiano ante una de sus peores rachas anotadoras. Al delantero le está costando inaugurar su cuenta, penalizado en exceso por la irregularidad en el juego del equipo.

El limitado entramado ofensivo deportivista lo ha reducido en no pocos partidos a un recurso al que dirigir los lanzamientos en largo con la esperanza de que gane alguno e inicie los ataques. Hasta ahora no ha funcionado, como tampoco el juego de espaldas de un delantero que no oculta tampoco su desesperación. En Santander falló la única que tuvo en un mano a mano con Luca Zidane que de marcar a buen seguro hubiera revisado el VAR por fuera de juego. El italiano, sin embargo, no acertó.

No es la primera vez que Longo atraviesa una situación parecida, ya le ha ocurrido en los otros equipos en los que ha militado en el fútbol español y también en su país. En el Espanyol en la temporada 2012-13, en su primera experiencia fuera de Italia, no tardó en estrenarse, pero empezó a acumular minutos disputados sin marcar que fueron mermando su presencia en las alineaciones. En sus dos primeros partidos consiguió anotar, pero se pasó 456 minutos hasta que volvió a hacerlo para cerrar con tres goles su cuenta en el conjunto barcelonés.

Del Rayo Vallecano, al que llegó la temporada siguiente en el mercado de invierno después de apenas contar con oportunidades en el Hellas Verona, se marchó sin marcar. Algo parecido le ocurrió en el Cagliari el curso siguiente. Sus dos únicos goles los marcó en la Copa italiana y en la Liga se quedó en blanco tras 27 partidos y algo más de 1.000 minutos.

No le fue mejor en el Frosinone en la temporada 2015-16, donde tampoco conseguiría marcar en los 322 minutos que disputó. Los fantasmas de esas campañas los espantaría en Girona al curso siguiente. Ahí se convertiría en pieza fundamental del ascenso de los catalanes al anotar 14 goles, aunque también tendría que lidiar con una importante sequía. Desde que a los 14 minutos anotara en la séptima jornada contra el Getafe tendría que aguardar siete partidos y 511 minutos para volver a ver puerta.

El olfato lo mantendría una temporada después en el Tenerife, donde marcaría 12 tantos. Allí tuvo menos continuidad, lastrado durante toda la temporada por diferentes problemas musculares. En los minutos que disputó, lo máximo que estuvo sin marcar fueron 389 en el último tramo del campeonato.

Su breve paso por el Huesca el curso pasado representaría un freno con respecto a sus temporadas recientes en el fútbol español. Solo marcó un gol antes de regresar a Italia para jugar en el Cremonese y disputó un total de 518 minutos sin anotar.

En el Deportivo atraviesa ahora una sequía parecida a la espera de poder solucionarla el sábado en Fuenlabrada.