El Dépor es menos que polvo. Semana a semana el equipo coruñés da un paso más en esa desintegración, en ese descenso a los infiernos que ha convertido su transcurso vital en los últimos años. Esta mañana, entre sus errores y sus miserias, ha agotado una bala crucial en su lucha por huir del pozo de la Segunda B y lo peor de esta situación ya no es la degradación en sí, ni los lógicos gritos de la grada del final del partido, es que día tras día no se le adivina suelo al desplome, no aparece un plan para rehacerse, desde donde sea. Sufrir y sufrir, y luego la nada. Esta vez fueron Aketxe y, sobre todo, Dani Giménez los que le entregaron en bandeja el triunfo a un Elche aseado y con cierto oficio que se lleva los tres puntos casi sin querer de Riazor. 1-3. El equipo coruñés, en muchas fases inoperante e inofensivo, fue un juguete roto en manos de un conjunto con confianza, pero uno más, de la zona media de Segunda. La primera victoria de Luis César tendrá que esperar, las decisiones de Carmelo y el consejo no arreglan nada. El equipo ilicitano gana en A Coruña después de cuatro décadas, este año hay barra libre en Riazor, para todos menos para el Dépor.

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El Dépor cae 1-3 ante el Almería

Los elegidos de inicio por el técnico, ajenos al frío, la lluvia y a todo lo que ensombrecía el espectáculo, salieron activados al terreno de juego. La apuesta (un equipo fuerte por dentro, un central en el lateral derecho y extremos a pierna natural) buscaba dar naturalidad al grupo, ese también era el lenguaje gestual de los coruñeses en el arranque. Solo sufría un poco Koné fajándose en la posición de '9' puro. Hasta Mujaid se atrevió con un recorte y a progresar, la idea era jugar con la frescura que a veces se ve coartada por la caída libre, por el farolillo rojo. Estuvo bien el equipo coruñés en ese primer tramo. La presión era alta arriba y en la salida de balón ilicitana. Sufrían para sacarla jugada, era otro Dépor. La pena es que no pudo traducir esas sensaciones en ocasiones y mucho menos en goles.

El Elche, suelto, prontó respiró. Le ayudaban su última victoria y la confianza de una trayectoria firme en este campeonato. Su factor diferencial en esos minutos y en muchas fases del partido fue Nino. De delantero ratonero a mediapunta canalizador de juego, dio un clinic entre líneas. Álex, desastroso, sufrió, poco hay que rescatar de su partido. A Peru se le veía más entonado y también solo. Pronto el Dépor empezó a tener problemas y a penar. Lo peor que le puede pasar a un equipo en el alambre es que una leve racha de viento lo desequilibre y eso fue lo que ocurrió en el tanto de Verdú. Casi la primera llegada del Elche y el defensa clavó el lanzamiento de falta. 0-1, la maldición continuaba.

El panorama era más que sombrío para los blanquiazules. El equipo de Pacheta crecía y los hombres de Luis César empequeñecían. Eso sí, en ese tramo se vio quizás el gran mérito del Dépor en la primera parte: su empaque ante los reveses. El gol pudo descomponerlo y no lo hizo. Con menos maña de la que desearía, no dejó de intentarlo y el Elche pudo incluso lograr el 0-2 en un testarazo de Manu Sánchez, pero llegó el momento blanquiazul y supo aprovecharlo. La soberbia jugada entre Montero y Salva Ruiz no fue malgastada por Mollejo. Ese 1-1 evocó en parte esa calidad que se le presupone a una plantilla sobrepasada por los acontecimientos.

Riazor gritó, se liberó y se subió a la ola de la remontada. le dan un poco y vuela. Fueron minutos en los que olió a 2-1, el problema es que duró lo mismo que un suspiro. Al Dépor le sobraba intención y le faltaba fútbol, y al final esas carencias acaban reluciendo, penalizando. El Elche se agarró a la pelota y finalizó mucho mejor el primer acto, en línea ascendente ante un rival un tanto perdido y ofuscado. No le sobraba el descanso a los locales.

La salida de vestuarios no cambió en exceso el panorama. El Dépor estaba en el partido sin ser protagonista y el Elche quería la posesión. Koné pudo marcar a los pocos segundos de la reanudación tras un pase largo de Lampropoulos, se enredó en sus propias inseguridades y fintas. Pasaba el tiempo, poco ocurría hasta que Dani Giménez le regaló la victoria al Elche. Un disparo sin malicia de Nino no fue atajado por el meta, Claudio Medina fue al rechace y el meta cometió un penalti innecesario. 1-2. Cuando todo va mal hasta los faros dejan de alumbrar. Fidel no falló. Las maldiciones tampoco conceden respiros.

Al Dépor le quedaba media hora y lo que muchos verían como una oportunidad era en su mayoría percibido como un suplicio. En el hoyo. Luis César movió el banquillo, pero Gaku siguió en él. Entraron un activo Christian y un extrañamente desconectado Borja Valle. El Elche, en vez de dominar y rematar, dio un paso atrás invitando a los coruñeses a buscar una mejor suerte. Le funcionó, pero sobre todo sirvió para evidenciar lo poquito que es el Dépor hoy en día.; expuso aún más sus carencias. Aketxe quiso asumir galones, pero al equipo le escaseaban las ideas, también la movilidad. Mucho centro inocente al área y poca concreción. Solo el agitador Mollejo puso a prueba a Edgar Badía, el vasco también en alguna falta directa. Hoy en la portería contraría sí había portero.

Los últimos minutos trazaron con mayor fidelidad la descomposición en el club y en torno a él. El fallo de Aketxe y la contra en superioridad de los visitantes tras varios fallos en cadena acabaron desembocando en el 1-3. Arreciaron entonces los lógicos pitos, la necesaria petición de responsabilidad. ¿Pasará algo? ¿Hasta dónde va a llegar este club?