Rubén de la Barrera (A Coruña, 1985) empezó joven en los banquillos y sigue siéndolo, y poco a poco se acerca a la cumbre, siempre al margen del Dépor, por el que también sufre. El Al-Ahli de Qatar ya es historia para él y aún sigue en Doha, pero está listo para sentarse ya en un banquillo europeo.

Hace unos días se anunció su adiós al Al-Ahli. ¿Qué pasó?

Nos habíamos guardado la posibilidad de que al final del primer año nos sentáramos a hablar. Lo hicimos y entendimos que era un buen momento para interrumpirlo. Fue un año en el que se dieron muchas cosas, todas buenas. Me ha venido bien tener que desarrollar toda mi labor en inglés y, además, he tenido a mi disposición una plantilla en la que se mezclaban jugadores importantes con otros que se abren camino y otros que no son profesionales.

¿No se adaptó?

No es eso, pero sí que es cierto que hay una gran diferencia entre lo que es Europa y el Golfo. Es un concepto diferente y uno debe tener claro que aquí viene a desarrollarse. Me marcaron que tenía que hacer competir al equipo asumiendo que había que proyectar a jugadores potencialmente seleccionables por el país. Suponía un reto. El año pasado nos quedamos a tres puntos de jugar Champions de Asia y este año, a dos. Hay que absorber lo vivido para volcarlo en el próximo proyecto.

¿Echaba en falta el fútbol europeo y lo que supone?

No hay aventuras, este deporte es el mismo en todos los lugares. Todo suma si uno sabe a lo que va. Si solo vas a cumplir un año más, la etapa tendrá de todo menos productividad. He vivido en Qatar situaciones que en Europa raramente ocurren. Las diferencias son importantes. Echo de menos el ruido, la competitividad y la visibilidad que el fútbol europeo ofrece.

¿Entrenará en España?

Desde que nos desvinculamos, algún proyecto nos ha llegado y estoy agradecido, ya que la gente está interesada en lo que hacemos. Nos preguntan por la disponibilidad y la motivación para asumir un reto en un mes en el que las posibilidades se ven reducidas y los contextos son diferentes. Estamos en noviembre y no vamos a tener la opción de partir en un proyecto inicial, pero es algo que yo no he vivido hasta la fecha y por ese motivo estaría dispuesto a dar el paso.

¿Qué queda del Rubén que empezó a entrenar con 24 años?

La esencia es la misma. Tuve la suerte de que me llamase un club de Tercera y me diese la oportunidad de mi vida; era impensable. El reto fue una ocasión para desarrollarme en lo que siempre había querido ser. Lo aproveché y vinieron retos posteriores, todo salió a pedir de boca. Sigue la pasión por el fútbol, por el juego, por extraer lo mejor, por optimizar recursos para lograr que quien confía en ti se sienta orgulloso. Cuando no lo sienta con la misma intensidad será una señal interna que me obligue a dar un paso al lado. Soy muy joven, pero llevo tiempo en esto. No me interesa acumular años entrenando, quiero sacarles el máximo provecho a cada uno.

¿Sigue siendo un técnico ofensivo y de posesión?

En el 90% de los casos mis equipos se han caracterizado por atacar con frecuencia, por generar muchas ocasiones, por tener que defender en espacios amplios.... Pero también tuve que competir de otras formas. Si se me pregunta por el día de mañana, tampoco puedo ser víctima de mi ideología. Los equipos deben ser eficaces en cualquier circunstancia. El paso del tiempo me ha confirmado lo que ya pensaba: o haces muchas cosas bien o las posibilidades de ganar se verán reducidas.

¿Duele lo que ve en el Dépor?

Claro. Soy coruñés y al Dépor lo sigo siempre. Hay una situación social difícil, pero confío en que se resuelva. No es cuestión de unos u de otros, es de todos. La gente debe estar a lo mismo: ayudar al equipo a resolver una situación no deseada. Y a partir de ahí, quien deba tomar decisiones que las tomes. Y esto lo digo como coruñés y aficionado: creo que queda mucho, pero no tanto, y todo lo que se diga y haga debe ser en pos del Dépor, que es lo que debe perdurar. Las personas somos efímeras. Estamos, dejamos de estar, pero lo que se mantiene es el escudo y el sentimiento.

¿Cómo ve la situación?

No es rara, sí difícil de encajar. Asumir la nueva situación te hará competir mejor. Te llamas Dépor y antes te codeabas con lo mejor de Europa, hace algo menos estabas en Primera y ahora toca vivir esto. Le ha pasado igual antes a otros, pero cuando le toca a uno no es sencillo y menos lo va a ser si no surge el liderazgo y la gente no es consciente de que lo más importante es el club y salvar la trayectoria deportiva, que no es regular y estable y que no permite ver la luz. Hay responsables capacitados en el club para revertir la situación y hay una plantilla que tiene un nivel importante y hay que arroparlos y apoyarlos, porque desde la división no será factible salvarse.

Más de uno piensa en usted en momentos así. ¿Le halaga?

Claro, pero no estoy. Yo a Anquela lo conozco y me parece una persona a la que no le han salido las cosas en el Dépor, pero eso no guarda relación con su capacidad. Y ahora con Luis César estamos ante una persona que también ansiaba entrenar al Dépor y ojalá le vaya lo mejor posible, porque eso es bueno y positivo para todos. Lo mínimo es garantizarse el año que viene luchar por algo mejor. Me siento halagado por todo ese cariño que se me profesa en A Coruña con la particularidad de que yo nunca he tenido la posibilidad de estar en el Dépor. Me llena de orgullo como entrenador y como coruñés, pero yo le deseo lo mejor al Dépor y también a Luis César, que además es un gran profesional y tiene capacidad de sobra.

¿Pero es uno de sus objetivos?

Mis inicios en el fútbol tienen que ver con Riazor y el Dépor. Soy entrenador y esto es muy largo. Si hay alguna posibilidad de que en algún momento entrene al Dépor, pasa porque este año las cosas salgan bien. Espero y deseo que ese objetivo de permanecer se cumpla y tiene que ver con que a Luis César le vaya lo mejor posible.