La de ayer era quizá la prueba más exigente que se le había presentado hasta la fecha a la solidez defensiva deportivista sobre la que Fernando Vázquez ha construido la resurrección del equipo. Enfrente estaba Stuani, máximo goleador de la categoría con 20 tantos, que amenazaba a un muro blanquiazul al que a los siete minutos le apareció una grieta importante. Somma caía sobre el césped y enseguida pedía el cambio entre visibles gestos de dolor antes de ser retirado en camilla con lágrimas en los ojos. Otra lesión grave de rodilla vuelve a planear sobre el futuro del italiano, que ya tuvo que enfrentarse a la rotura de los ligamentos en las articulaciones de las dos piernas.

El diagnóstico definitivo dependerá de las pruebas que le practiquen al italiano los servicios médicos en los próximos días, pero ayer a Vázquez no le quedó más remedio que recomponer la defensa. Sin centrales de recambio en el banquillo para sostener el sistema con cinco zagueros después de que el club decidiera prescindir del griego Lampropoulos, el técnico deportivista tuvo que tirar una vez más de Álex Bergantiños como hiciera contra Las Palmas por la lesión de Montero. El coruñés, sin embargo, no se incrustó esta vez entre Mujaid y Montero, sino que lo hizo Peru Nolaskoain.

Vázquez contempla al joven cedido por el Athletic como un jugador polivalente que se puede desempeñar también en el centro de la defensa y cumplió de sobra achicando agua cuando la ventaja en el marcador invitó al Deportivo a resguardarse sobre su área ante un Girona que no contemplaba mucho más que buscar a Stuani con centros desde los costados.

En parte la estrategia de Vázquez tenía sentido porque ya había hecho lo más difícil: marcar ante un rival que llevaba más de 200 minutos imbatido. Con dos goles de ventaja, sin embargo, perdió demasiado de vista la portería contraria. Fue algo temerario tratándose del equipo que tiene a Stuani en sus filas, por más que Mujaid se agigantara en cada cruce, en cada balón dividido y en cada centro al área para sostener defensivamente a todo el equipo.

La suya fue una actuación muy meritoria, como lo estaba siendo la de Montero hasta que llegó el cortocircuito que desembocó en el penalti. Antes ya había recortado distancias Stuani después de cazar un balón en un barullo del área. La torpeza del central le puso en bandeja el empate al uruguayo, que se marchó abroncado por la grada e indultado por un árbitro que le perdonó la expulsión por una falta a Nolaskoain.

El Girona pudo derribar parcialmente el muro blanquiazul para empatar un partido que vio perdido y al mismo tiempo cuestionar la solidez mostrada por el equipo desde el aterrizaje de Fernando Vázquez. Al final Stuani terminaría marcándole dos goles a un Deportivo que en los anteriores seis partidos tan solo había consentido un par de tantos.