La urgencia aprieta y solo entiende de resultados, ya no importa el cómo se consiguen porque lo importante es que lleguen, que es lo que le está pasando al Deportivo en el último mes y medio. En realidad desde hace un mes y tres semanas, que fue cuando inició la senda victoriosa con el triunfo contra el Tenerife en Riazor en la última jornada de la primera vuelta; aquello fue el 20 de diciembre. Son ya dos meses los que lleva el equipo blanquiazul sin perder un partido, una racha impensable cuando antes en cuatro meses solo había ganado uno, el de la jornada inaugural. Esta trayectoria ascendente produjo como resultado que en la clasificación pasase de la última plaza, y de estar muy lejos de la permanencia, a colocarse a medio camino entre la promoción y los puestos de color del de la clasificación. Todo por una reacción que apunta a un nombre propio: Fernando Vázquez. Porque los mimbres que utiliza el técnico de Castrofeito son casi los mismos de los que dispusieron sus antecesores, Juan Antonio Anquela y Luis César.

Es, además, este Deportivo un equipo muy eficaz, que solventa con muy poco arriba y con solvencia atrás, prueba de ello es que en estos ocho últimos partidos solo encajó cuatro goles, dos de los cuales los encajó en el encuentro del pasado viernes contra el Girona. Y de esos cuatro, uno llegó a través de un penalti convertido por Stuani y otro tras un despeje de Somma, que acabó con el balón dentro de su propia portería en el partido contra el Las Palmas en Riazor. Conclusión, un fundamental rigor defensivo, con máxima rentabilidad en la faceta ofensiva, dos aspectos que llevaron al Deportivo a convertirse en un equipo que intimida a sus rivales, que es lo que necesitaba recuperar este equipo.

Intimidación

Ya no es que no pierda, que es el primer paso, es que gana y además encajando muy poco. A esto hay que añadir que se hizo fuerte en su casa, a pesar del empate del viernes, a donde ahora los rivales llegan temerosos y precavidos, ya no con la intención de apretar un poco y hacer daño a la mínima como sucedió en la primera parte del campeonato. Esa época en la que nada salía y en la que el balón le quemaba a todos los futbolistas. Este es un equipo basado en un bloque que ya existía, con las pinceladas propias de Fernando Vázquez y con solo dos novedades en las alineaciones del técnico de Castrofeito: Sabin Merino y Çolak. De hecho ninguna de las otras incorporaciones realizadas durante el mercado de invierno dispusieron de un solo segundo en el último partido, el disputado contra el Girona. Quizás no fuese ese el plan de Vázquez, pero la tempranera lesión de Somma y la tarjeta amarilla a Mollejo en la primera mitad hicieron que el entrenador modificase su plan inicial y que se tuviese que conformar con un único recurso durante la segunda mitad, para tratar de mantener la ventaja que tenía en el marcador. El elegido fue Vicente, justo después del empate a dos del Girona, de tal manera que al final de los 14 futbolistas utilizados por Vázquez en este partido, 12 ya estaban en la plantilla blanquiazul que cerró 2019.

De los nuevos, Fernando Vázquez ya utilizó a seis, pero en esta jornada tenía la baja de Beauveu, por lesión, dejó fuera de la convocatoria a Uche, al que no encuentra en las condiciones físicas adecuadas, y mantuvo en el banquillo a Keko y a Hugo Vallejo, que se habían estrenado con unos minutos en el partido anterior, en el que el Deportivo había vencido en Alcorcón. Hasta la fecha, solo Sabin Merino y Çolak parecen tener un peso específico, quizá porque son los que más tiempo llevan integrados en el grupo. Una vez que los demás recién llegados convenzan al entrenador, es de suponer que el potencial aumentará, aunque hasta la fecha, el éxito llega con los que estaban.