El niño travieso que hace jugarretas a delanteros mundialistas. Corre, acelera, frena, retrocede. Nada es progresivo ni lineal hasta ahora en la carrera de Mujaid Sadick (Logroño, 2000). Ni en el mejor de sus sueños habría proyectado un debut en Primera División con 17 años ni entonces habría imaginado verse medio año después de vuelta con los juveniles. Hace diez meses aún seguía ahí, en su particular purgatorio, pagando la juventud. El viernes se devoró a Stuani, un delantero en la categoría equivocada, como culminación de un florecimiento excelso, de los que emociona hasta presenciar en directo. Insuperable. Salvando las distancias, fue como en su día ver emerger a futbolistas como Filipe Luis o Edu Expósito. Aún está por hacer, pero crece, crece; cuesta adivinarle el techo. Cada anticipación, cada marca pegajosa, cada choque en el que salía indemne ante el uruguayo era un refuerzo, un pequeño y agradable sobresalto interno tras tantos vericuetos en el camino. Condiciones siempre le sobraron, solo había que esperarle, rodearle y guiarle fuera del campo para que no se desviase, y encontrarle el pastor deportivo adecuado para el último tramo del camino. Y ese ha sido Fernando Vázquez, como antes lo fue con otros muchos. Llegó en dos situaciones de emergencia a Riazor y, sin pretenderlo, se llevará también en el petate un buen currículum de empujones a jóvenes de Abegondo. No lo busca, solo mira a su alrededor, cree en esa filosofía de club sin estridencias sin gestos vacíos, y no les pone palos en la rueda. Fácil y natural.

Mientras el Dépor busca sellar la permanencia y atar a la joya de su cantera, los problemas le salen al encuentro y le impiden tener preocupaciones a medio plazo. La grave lesión de Somma hace pender de un hilo la pócima mágica de los tres centrales y deja como únicos futbolistas sanos para esa demarcación a tres chavales de 20 años. Unos un poco más, otros un poco menos. Mujaid, Peru y Montero pueden ser el trío de centrales con más futuro de Segunda y también los más imberbes. La salida de Lampropoulos, el fichaje fallido de Insua y la falta de alternativas dejaban esa posición como zona más vulnerable en la planificación a cierre de mercado y la desgracia ha querido ponerla quince días después al descubierto de la manera más nítida posible. Más allá de lo pernicioso que ya es sacar al vasco de la zona de pivotes, no fichando el club se expuso a que su entrenador no decidiese con las manos libres. Él es el primero que cree en Álex, Bóveda o Peru como alternativas atrás o en la línea de cuatro, pero debe tener las suficientes cartas en la baraja para decidir libremente, sin condicionantes. Las próximas horas y el diagnóstico del italiano en Roma serán clarificadores sobre el tiempo de recuperación y la posibilidad de que el Dépor entre en el mercado. No debería dudar ni escatimar si la Federación se lo permite, ya que esta Liga de Segunda amenaza con ser larga y conducir a muchos callejones inesperados. Insua, titular el fin de semana con el Huesca y lesionado antes del descanso, volvería a ser el deseado en una situación ideal, aunque ahora la búsqueda tendrá que otear nuevos horizontes, siempre en España o en el restringidísimo mercado de jugadores en paro. Sobra límite salarial, no hay mejor momento para utilizarlo.

Aketxe y Gaku

Con Sabin ahogado por las continuas y permitidas faltas de los centrales del Girona y Emre Çolak sin aire por las coberturas, volvieron a lucir futbolistas como Gaku y Aketxe, que no se parecen absolutamente en nada a los que cerraron grises y empequeñecidos las últimas semanas de 2019. En un Dépor de tapar agujeros, de cerrar pasillos interiores y redoblar esfuerzos defensivos, sobresalen dos piezas de un talento ya conocido, inmenso. Es probable que esta resurrección del Dépor haya sacado a la luz la mejor versión del vasco en toda su carrera o, al menos, la más continua y regular. Le perseguía una fama, a veces merecida, de talento que se desconectaba con facilidad y que no era capaz de ser determinante con el balón en juego, solo en la pelota parada. Ahora sí lo es, a un nivel exponencial. El Dépor no está construido, de momento, a partir de la posesión, pero tanto él como el japonés son capaces de recuperar el resuello y ofrecerle al equipo lo que necesita en cada momento cuando tienen el esférico. Aketxe aparece a veces contemporizador para recuperar el aire y recolocar al equipo y en otras ocasiones lanzador cuando la ocasión lo requiere en los últimos metros. Y Gaku, brillante por momentos ante el Girona, se muestra rítmico como iniciador del juego, valiente con la pelota y vertical en el momento en el que se asoma al área. Una pareja creativa a la que pocas le resisten la comparación ahora mismo en esta Segunda. Después de muchos altibajos, personales y grupales, les ha llegado su momento de brillar. Como al Dépor y al deportivismo.