El ya conocido como caso Fuenlabrada, amenaza con adentrarse en la selva judicial de recursos y resoluciones de muy diferentes instancias. Porque la historia iniciada con el viaje de un modesto club madrileño con aspiraciones para jugar en A Coruña es mucho más que un asunto deportivo. Ha reventado las hechuras de ese traje a medida del negocio del fútbol profesional que es la liga nacional; ha puesto en evidencia el entramado de intereses y nepotismo que circula por los despachos de los clubes de Primera y Segunda División. Y, sobre todo, es una llamada para reformar de raíz una legislación que en su momento fue insensatamente puesta al servicio de todo este entramado que dirige la familia Tebas.

Como profesional del Derecho, me indigna y avergüenza que se denomine juez a un abogado a sueldo de LaLiga, que se encarga de los asuntos internos de la también descaradamente llamada "disciplina social" en este ente. La resolución que al dictado pone en solfa a los políticos y medios de comunicación de Galicia todavía no ha recibido una respuesta proporcionada a la ofensa. Una resolución que apesta a nulidad radical, que se desvía extravagantemente del objeto de la petición formulada por el Deportivo y que no puede continuar un minuto más en vigor, como ejemplo de lo que no puede ser la "jurisprudencia" deportiva.

Los aficionados gallegos al mejor y más grande de los deportes no se merecen el trato que han tenido que soportar por la presidencia de LaLiga, y la historia del Deportivo no pueda quedar empañada por estos bandoleros del negocio del fútbol.