Pontevedra11Deportivo

El Pontevedra es cristalino, el Dépor por momentos un enigma. El eléctrico equipo granate, empapado de la lluvia, de su ADN y de su estilo, quiso embestir en un vintage y revitalizado Pasarón al grupo coruñés, que supo navegar entre la tempestad y su propia indefinición en ataque para mantener el equilibrio en el partido y en su grupo. Otro punto. Lidera, no manda. Casi pierde, no estuvo lejos de ganar. Y, al final, lo dejó escapar cuando lo tenía donde más le gusta. Una controlada contradicción que le lleva a velocidad de crucero a puerto a la espera de encontrarse a sí mismo y de toparse con rivales que le muestren sus costuras. Una oportunidad perdida para dar un golpe encima de la mesa, una semana más que le gana al calendario llenando el granero.  

El Dépor y el Pontevedra salieron midiéndose desde el primer minuto, controlando distancias, fuerzas. Esa intención de no salir dañado más que de golpear guió la apuesta, guió la primera parte. Fernando Vázquez se entregó definitivamente a la defensa de cinco para blindarse ante Charles y Rufo y las transiciones granates, para subir líneas, para dar alas a Bóveda y Salva y para ganar el juego interior con la entrada del deseado Yago Gandoy, su pincelada de hoy. Su rival quiso, en algún momento mandar, en ese primer acto, pero su instinto le lleva a transitar, a pelear por arriba con Rufo, a no entretenerse en la elaboración.

El muro del Dépor le impedía tener esa inmediatez que deseaba y acabó entregándole la pelota a los blanquiazules para estar más cómodo en la contención y tener espacios. No le hacía falta el esférico, no era un buen instrumento. El equipo coruñés hoy no le hacía ascos, aunque pronto se reveló su incapacidad para ser punzante en los últimos metros. Sus ataques eran casi robóticos y chocaban con su ausencia de bandas y con la falta de un mediapunta que se dé la vuelta, que dé pausa y claridad. Borja Galán se perdía en tareas que no son las suyas. El conjunto granate estaba bien posicionado. Rolan era una isla y, en las pocas o en la única progresión que tuvo, se le vieron las costuras de su inactividad. Lo compensó con un caño. La clase la tiene, está lejos de expresar todo lo que lleva dentro.

El Dépor empata ante el Pontevedra

De vez en cuando el Pontevedra buscaba inquietar, a ráfagas, pero sin riesgo, sin inventiva, buscando el fallo. Y, precisamente, un error en la salida del Dépor le dio su mejor oportunidad en ese tramo. Aparecieron Charles y Rufo como dos centellas y el cabezazo del brasileño acabó en la red, pero desde una posición antirreglamentaria. Parecía correcta la señalización. Pero ese tanto y una supuesta mano de Mujaid, que tampoco era, ofrecerán excusan a los locales. Los últimos minutos de ese acto solo sirvieron para certificar la incapacidad del Dépor. Masticaba, se asomaba, estaba lejos de hacer daño.

El Pontevedra salió decidido a ser más Pontevedra que nunca tras el descanso. No se iba a entretener, no iba a dudar. Todo lo nocivo que podía hacer ser para el Dépor lo iba a lograr a cámara rápida, ya fuese en contras o recuperando tras pérdida. Ataques de segundos, no importaban las imprecisiones y las pérdidas. Y así, tuvo ahogado al Dépor en los primeros minutos se la segunda parte. El equipo coruñés se dedicó a despejar, a achicar, algo que no le disgusta ni lo más mínimo. El partido estaba donde querían los granates en ese momento. Inclinaban el campo, le ponían voltaje. Olía a gol, pero llegó en la portería contraria.

Un balón filtrado por Borges, al mando de la media tras el cambio de un enfadado Uche, habilitó a Rolan en una posición dañina para cualquiera que le defienda, has en desventaja. Hasta entonces todos sus marcadores de este duelo le habían ganado la partida cuando el charrúa, fuera de forma, tenía que encararles, sortearles, pero en ese momento tenía un metro de espacio y la portería no muy lejos. Un peligro. Visto los duelos previos perdidos, armó en nada la pierna y su disparo con la complicidad de un defensor. Acabó en la red granate. 0-1. Dos de dos para Rolan y casi sin ocasiones, llegando por accidente y fuera de forma. Una veta en las actuales circunstancias.

El Dépor empata ante el Pontevedra

El gol no hacía justicia a lo que se estaba viendo, aunque la superioridad del Pontevedra tampoco fuese aplastante. Era mejor, perdía. Al Dépor se le habría un claro inmenso, de un cielo azul para fotografiar cuando minutos antes amenazaban nubarrones. Estaba por delante, llevaba más de 500 minutos sin encajar y se maneja como pez en el agua con ventajas en el marcador. Pues cuatro minutos después, ya le habían empatado, imperdonable.

El equipo coruñés quiso adelantar líneas, defender con la pelota, no acularse. Y en las buenas intenciones y las malas maneras halló la penitencia. Dejó seguir corriendo al Pontevedra y en una jugada eléctrica Rufo remachaba a la red. 1-1. Quedaban más de 20 minutos.

El conjunto granate continuó amenazante en ese tramo, Charles tuvo un remate arriba. Poco a poco fue aplacando su vigor. El Dépor mejoró con Lara y movía con más soltura la pelota, pero sin hacer daño, su eterno problema. Pareció incluso coquetear con el 1-2 en los últimos minutos, todo muy tenue. La doble expulsión del sevillano y Charles, un tanto rigurosas, acabó por desenchufar el partido e inyectar conformismo en ambos. Con todas sus imperfecciones, fue bonito ver el regreso en liga de un Pontevedra-Dépor cuarenta años después.