Pasarán los años, las generaciones, y este amargo 2020 seguirá escociendo al deportivismo. No cicatriza fácilmente una herida tan profunda y dolorosa. Todo lo que podía salir mal, acabó saliendo peor para el equipo coruñés en este aciago año. Ya tenía pie y medio en Segunda B cuando despidió 2019, hundido en el farolillo rojo a siete puntos de la salvación tras haber sumado 15 ridículos puntos en toda la primera vuelta de la pasada temporada con Anquela, primero, y Luis César, después. Empezó como favorito claro al ascenso a Primera, pero poco le duró ese cartel. Se lo rompieron a golpes, uno detrás de otro, en una primera vuelta indigna y bochornosa.

Enero fue un mes de profundos cambios a todos los niveles, en los despachos, con la llegada del nuevo consejo de administración encabezado por Fernando Vidal, y también en el banquillo, repescando a Fernando Vázquez en busca del milagro. Lo rozó el de Castrofeito, que convirtió a un colista prácticamente desahuciado en el mejor equipo de la segunda vuelta junto al Tenerife, ambos con 36 puntos. 51 en total, una marca que históricamente suele garantizar la salvación, pero que este año resultó insuficiente.

Sin jugar, porque no le dejaron competir en igualdad de condiciones al romper el horario unificado previsto para la última jornada, el Dépor descendía al abismo de Segunda B, la caída más dura en sus 114 años de historia, un descenso consumado en diferido por el escándalo del caso Fuenlabrada, cuyo desenlace no reparó el agravio al Deportivo por la adulteración de la competición ni, de momento, tampoco depuró las responsabilidades por las consecuencias sanitarias del irracional viaje de la expedición madrileña a A Coruña.

Al Dépor le dieron en los despachos el último empujón para que cayera, pero indudablemente también bajó por deméritos propios, sobre todo esa paupérrima primera vuelta en la que acumuló 19 jornadas sin ganar, que se dice pronto, su peor racha de todos los tiempos. Deambulaba por los campos de Segunda, sin espíritu ni amor propio, con futbolistas del montón —Jovanovic, Lampropoulos, Beto y Longo salieron en el mercado invernal— y con otros lejos de su mejor versión, como Shibasaki o Aketxe. De los refuerzos de enero, Sabin Merino destacó pronto marcando en sus primeros cuatro encuentros de blanquiazul, a gol por partido. Uche Agbo tardó en coger la forma, pero luego jugó un papel destacado hasta su lesión en Tenerife. En el lado opuesto, fiascos como el retornado Çolak o Abdoulaye Ba.

Vázquez reanimó a todos, recuperó la unión y les hizo volver a creer —a jugadores y aficionados— para reconstruir desde la solidez. Optó por la defensa de cinco para su reestreno y el equipo resurgió de inmediato, enlazando seis victorias entre enero y principios de febrero, para luego estancarse con cuatro jornadas sin ganar justo antes del paréntesis por la pandemia desde marzo. En junio regresó el campeonato y los triunfos ante Elche, Ponferradina y Huesca, con Aketxe destapando todo su talento, dejaron la meta a un paso, pero el equipo falló en el momento clave y en julio cayó de forma consecutiva ante Málaga, Extremadura y Mirandés. Especialmente dolorosa y sonrojante fue la derrota en Riazor de la antepenúltima jornada ante el cuadro de Almendralejo, descendido matemáticamente hacía varias semanas.

El Dépor tampoco hizo los deberes en Anduva, así que todo quedaba pendiente para la última jornada, adulterada por la decisión de que se aplazara solo el duelo de Riazor ante el Fuenlabrada. El mal ya estaba hecho y nadie lo quiso reparar pese a que al Deportivo le asistía la razón en su batalla legal. Dos décadas después de conquistar la Liga, decía adiós al fútbol profesional para bajar al barro de la categoría de bronce, que no pisaba desde hacía la friolera de 40 años.

Reconstrucción exprés

Vuelta a empezar para confeccionar una plantilla prácticamente nueva, armada a contra reloj y sin posibilidad de hacer una pretemporada en condiciones. Los fabrilistas Valín y Gandoy, que venían de debutar en Segunda, ingresaron en el primer equipo, al igual que Mujaid, que ya se había estrenado de blanquiazul en Primera con Seedorf.

De los futbolistas que finalizaron la anterior campaña, también siguen otros seis: Bóveda, Salva, Álex, Uche, Keko y Beauvue. Los demás, todos fichajes, entre ellos los repescados Borges y Galán. De momento, el Dépor cierra 2020 segundo en su subgrupo y también en la clasificación conjunta del Grupo 1 de Segunda B con 15 puntos en ocho jornadas. Con mucho margen de mejora, sobre todo en ataque, aún le queda un largo camino hacia la meta del ascenso, su objetivo único e irrenunciable para 2021.