El Deportivo se dio de bruces el sábado en Ferrol con buena parte de sus miserias, reflejadas especialmente en la falta de gol, la incapacidad para gobernar los partidos y su escasa capacidad de reacción cuando recibe un golpe. El Racing se adelantó al comienzo de la segunda mitad y el conjunto de Rubén de la Barrera ya no fue capaz de levantarse. Dimitió del partido, víctima de su mal momento actual y de la ausencia de recursos en su juego, pero tampoco antes a lo largo de la temporada fue capaz de levantar un resultado en contra.

Solo ante el Celta en el partido que marcó el inicio del declive del equipo consiguió igualar un marcador en contra, pero terminó encajando una derrota de la que no ha logrado sobreponerse del todo. Aquello sucedió en la octava jornada y desde entonces solo ha sumado una victoria. Fue ante el Guijuelo en el partido anterior al del Racing y después de adelantarse.

La tónica de la temporada ha sido esa, todos los triunfos han llegado cuando el conjunto blanquiazul se ha puesto en ventaja. En el caso de verse por debajo, no ha existido reacción, como ocurrió contra Zamora, Compostela, Coruxo y ante el Racing de Ferrol en A Malata.

Remontar ya era un imposible para el Deportivo, pero el sábado en un partido trascendental se manifestó con toda su crudeza que se queda sin argumentos en cuanto recibe un golpe.

El equipo había basado su funcionamiento en la seguridad defensiva bajo la dirección de Fernando Vázquez, pero evidenciaba problemas en ataque que Rubén de la Barrera, un técnico con un perfil más ofensivo, no ha conseguido resolver. Las dudas se han trasladado a la zaga después de encajar en seis partidos los mismos goles (5) que en los nueve anteriores.

Incapaz de desnivelar los encuentros a su favor por una falta de acierto alarmante, el equipo tampoco posee los mecanismos necesarios para afrontar con garantías la necesidad de darle la vuelta a un marcador en contra. Esos problemas en el juego se añaden a la debilidad anímica de un conjunto golpeado por los malos resultados desde el final del año pasado y las expectativas que había depositadas en él. Contra el Racing tuvo todo el segundo tiempo por delante para trazar un plan con el que rescatar el partido, pero tan solo un arreón en los minutos finales con jugadores verticales (Borja Galán y Beauvue) le hizo soñar con ello.