El 12 de mayo de 1996 el Deportivo alcanzaba uno de los mayores hitos en la historia de su cantera. 25 años después, el recuerdo del título en el Campeonato de España Juvenil coincide con el deseo del club de caminar hacia un proyecto basado en la promoción de sus jóvenes talentos. Aquel trofeo levantado frente al Madrid en Puertollano permanece imborrable en la memoria de sus protagonistas. Estos días, dentro de las limitaciones sociales que recomienda todavía la pandemia, planean reunirse para celebrar una “fecha señalada”, en palabras de Dani Mallo, portero de aquel equipo, el Deportiviño, dirigido por José María Blanco.

Los jugadores del Deportivo juvenil celebran sobre el césped junto al cuerpo técnico y representantes de la directiva del club el título nacional logrado en 1996 en la fase final disputada en Puertollano y tras derrotar en la final al Madrid por 2-1. | // DAVID OLIVA

El guardameta de Cambre formaba parte de un grupo heterogéneo junto a nombres como Pablo López, actualmente integrante del cuerpo técnico del Racing de Ferrol; Ramiro Amarelle, que haría carrera después en el fútbol playa; o José Luis Deus, que se labraría una trayectoria profesional después de debutar en el primer equipo con 19 años.

Era una época diferente, sin una cantera tal y como se podría entender ahora. “Aunque no había categoría inferiores, teníamos varios jugadores internos en la residencia del Liceo. Había una serie de chavales de fuera de Galicia y otros que éramos de la zona; una amalgama a las órdenes de José María (Blanco)”, recuerda Dani Mallo.

Juntos viajarían a la provincia de Ciudad Real para disputar el Campeonato de España de juveniles sin demasiada “presión”, pero con una idea en la cabeza. “Desde que salimos de A Coruña fuimos a ganar”, subraya el portero coruñés. “No íbamos de excursión, pero sabíamos que iba ser muy duro. Éramos futbolistas y representábamos al Deportivo, así que todo el mundo se metió en el autobús para ganar”, añade.

El equipo al completo del Deportivo juvenil que se proclamó campeón en 1996. De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Miguel y Cholo (utilleros), Nacho, José María Blanco (entrenador), Adolfo, Carlos; Naya, Moscoso, Araguás, Pablo López, Oliva, Dani Mallo, Bugarín, Toni; Roberto, Amarelle, Víctor, Coloma, Luis, Diego; Xaco, Deus y Cedeira. | // DAVID OLIVA M. Otero

En Puertollano les esperaban los representantes de las canteras más importantes del país. Por delante tenían una fase previa en la que empatarían contra el Sevilla (1-1) y golearían al Athletic (5-1) antes de enfrentarse al Madrid de Mista. “Llegamos, no digo que de rebote (a la fase final), porque hicimos una buena temporada, pero al llegar allí... imagínate. Madrid, Sevilla, Athletic... canteras que tenían más escuela, porque el Dépor entonces solo contaba con equipos de juveniles”, rememora Dani Mallo.

El título se decidiría en la prórroga (2-1) gracias a un tanto de David Oliva que daría lugar a una hazaña todavía sin parangón en la historia del club. Ni siquiera sus protagonistas aguardaban que aquel éxito pudiese alcanzar el cuarto de siglo sin que se haya repetido algo semejante. “Nunca pensamos que esta gesta duraría tanto”, admite el que fuera portero deportivista.

Dani Mallo fue precisamente el que mayor recorrido tendría en el fútbol profesional de aquella generación de futbolistas. Llegaría a debutar con el primer equipo y enriqueció su carrera con experiencias en el extranjero. El guardameta, sin embargo, fue una excepción.

Las circunstancias no les favorecieron en un contexto de exigencia máxima en el que las metas del club eran elevadísimas. “Aquella generación, siendo de las mejores de esa edad, tuvo un momento complicado para poder crecer. El Fabril estaba en Segunda B y el Deportivo peleando la liga. El salto era complicado. Incluso para pasar a Segunda B era muy complicado”, sostiene el portero de Cambre.

Aquel equipo campeón, sin embargo, reunía las condiciones para alcanzar la elite, y más si se atiende a las condiciones en las que se formó. Por entonces la ciudad deportiva de Abegondo no era ni tan siquiera un proyecto y el día a día se desarrollaba con limitaciones. “Muchísima gente no sabe las condiciones en las que estaba aquel equipo. Íbamos en autobús a Meicende o a Elviña y el día antes de partido entrenábamos en el campo de tierra que había detrás de Marathón. Era lo que teníamos, pero no conocíamos otra cosa e intentábamos sacarle todo el partido. Es justo agradecer todo el trabajo que hacían los auxiliares para transportar todo el material porque había que entrenar”, subraya el exjugador deportivista.

Dani Mallo reivindica a sus compañeros y a todos los que formaban parte de aquel grupo que alcanzó la gloria hace 25 años. Él fue el último en incorporarse a un equipo que se mantiene como el que alcanzó el mayor éxito en la cantera ahora que el club se inclina hacia un proyecto basado en las categorías inferiores. “Es una alegría que se apueste por ese modelo”, defiende el portero coruñés.