El Deportivo consumó el domingo en Soria el final de una temporada en la que el fracaso ya se había digerido mucho antes, cuando la plantilla más cara de la categoría ni siquiera consiguió clasificarse para disputar el play off de ascenso a Segunda División. Lo que se avecina ahora es una profunda reestructuración del equipo basada en una reducción del gasto. Los 6,6 millones de euros empleados este curso en la confección del conjunto blanquiazul no se podrán mantener, según advirtió el presidente, Antonio Couceiro, por lo que el regreso al fútbol profesional deberá buscarse con menos recursos.

El nuevo proyecto partirá condicionado por una cifra alta de contratos en vigor, algunos de ellos de larga duración, y sin demasiadas certezas en la plantilla después de una temporada decepcionante y por debajo de las expectativas.

Vuelco en la portería. Tanto Carlos Abad como Lucho García tienen contrato en vigor para el año que viene, pero no está clara la continuidad de los dos. El portero colombiano le arrebató el puesto a su compañero cuando éste perdió la seguridad que había mostrado en el inicio de la temporada. De estar a punto de batir el récord de imbatibilidad de Liaño pasó a cometer errores que le costaron la titularidad. Lucho García cumplió a partir de entonces hasta consolidarse como la opción preferida de Rubén de la Barrera en la meta.

Un hueco importante por cubrir en la defensa. Ha sido la línea más fiable del Deportivo durante todo el curso y también la que necesitará una importante reconstrucción debido al hueco que dejará Mujaid. El central riojano se marchará traspasado para paliar las enormes pérdidas que deberá afrontar el club este año y el equipo se quedará sin uno de sus jugadores más destacados. Nadie se acercó a su nivel, ni siquiera Borja Granero. Incorporado para ejercer de líder de la defensa, su rendimiento fue de más a menos a lo largo de la temporada.

Luces y sombras en el centro del campo. Borges y Uche parecían garantizar a comienzos del campeonato un centro del campo sólido para afrontar el regreso al fútbol profesional, pero los dos terminaron siendo eclipsados por la irrupción de Diego Villares. El vilalbés llegó de rebote al primer equipo procedente del Fabril después de que el club se quedara sin opciones en el mercado de invierno, pero consiguió convertirse en la referencia junto a Álex Bergantiños. Villares, escogido por los aficionados como el mejor jugador de la temporada, representa el mayor rayo de luz para el futuro, pero al mismo tiempo también ejemplifica los errores que se cometieron en la planificación del curso.

Un ataque fiado a Keko y Miku. La parcela ofensiva fue el mayor lunar del Deportivo a lo largo de la temporada. Algunas de las apuestas más importantes, como Claudio Beauvue o Nacho González, terminaron el curso condenados al anonimato. Los dos figuran ahora en la lista de bajas que deberá negociar la dirección deportiva. Rolan ofreció rendimiento hasta que su permanencia en la plantilla se volvió prohibitiva por salario, así que el equipo tuvo que agarrarse a la aportación de Miku y Keko. Los dos, sin embargo, tuvieron una participación intermitente debido a problemas físicos recurrentes. El delantero venezolano solo se asentó en el once titular en el tramo final de la temporada, cuando consiguió convertirse en el pichichi. Keko también fue decisivo con sus actuaciones, aunque estuvo lejos de ser el jugador determinante que se esperaba cuando se logró retenerlo en la plantilla.

Cara y cruz en la portería

Lucho García se asentó en la portería cuando le arrebató el puesto a Carlos Abad. El guardameta canario empezó de titular con actuaciones convincentes, pero terminó perdiendo el puesto en favor de su compañero después de una serie de errores.

Mujaid, líder de la defensa

El central riojano se afianzó como la referencia defensiva del equipo, especialmente a partir de un final de temporada sobresaliente. El club deberá afrontar ahora su marcha después de acordar su traspaso para paliar las enormes pérdidas de este curso.

Decepción en el centro del campo

Borges y Uche partían como apuestas seguras para el centro del campo, pero terminaron la temporada con un protagonismo menor debido a un rendimiento irregular. Ninguno de los dos consiguió afianzarse, especialmente con Rubén de la Barrera.

La ilusionante irrupción de Villares

El canterano ha sido uno de los principales hallazgos de una temporada decepcionante, hasta el punto de ser escogido por los aficionados como el mejor jugador del curso. Formó con Álex Bergantiños un centro del campo que aportó seguridad y juego.

El fiasco en la línea de ataque

La delantera ha sido una de las grandes decepciones de la temporada. Solo Miku y Keko consiguieron acercarse a un buen nivel. El resto de apuestas fueron fallidas, especialmente las de Nacho González y Claudio Beauvue, prácticamente inéditos al final del campeonato.

Miku, un pichichi tardío

El delantero venezolano se convirtió en el máximo goleador del equipo después de un arranque dubitativo y plagado de problemas musculares. Cuando encontró ritmo se convirtió en un recurso imprescindible para Rubén de la Barrera.