A sus 36 años el delantero venezolano Nicolás Ladislao Fedor, Miku, ha logrado dar continuidad al gran estado de forma con el que acabó la pasada campaña, en la que tardó más de media liga en ponerse a tope. Este verano sí pudo hacer una pretemporada, la primera “fuerte” en tres años y medio, y eso le está sirviendo para recoger los frutos en forma de minutos y, también, de goles.

¿Qué lección extraen del empate del viernes contra la SD Logroñés?

Hay que aprender de los errores. Este es un equipo muy joven en ese sentido, que no ha vivido muchas batallas, y a veces cuando generas ocasiones de gol y no eres capaz de convertirlas, y se acerca el final del partido, lo mejor es gestionarlo de otra manera. Lo que el míster quiso transmitir de forma pública y también privada es que tenemos que hacerlo con el balón, porque no somos un equipo que esté hecho para defender, en general, y para defender centros, menos. Sufrimos y tenemos que aprender la lección, saber que quedan muchísimas jornadas y que no nos vuelva a ocurrir algo así.

¿Faltó saber manejar ese otro fútbol en la recta final?

Sí, y es parte del juego. A veces es necesario, porque a o mejor estás ahogado o vienes de defender muchas acciones seguidas. Entonces te tiras ahí, te duele no sé qué o te chocas y te caes… ese fútbol callejero que a veces te ayuda. El otro día en ese sentido se pecó de inocencia y se quiso hacer más cosas de las que el momento requería.

¿Hay que darle normalidad a estos dos tropiezos igual que antes a las cuatro victorias seguidas?

Por supuesto. En la clasificación no hay una brecha significativa porque la igualdad está ahí. Todos los partidos son muy complicados y a todos los rivales, a pesar de que la clasificación diga una cosa, cuesta ganarles. A pesar de que perdimos una buena oportunidad de agarrar la punta de nuevo, siento que tampoco fue una pérdida porque los demás sumaron igual que nosotros. Nos quedamos igual que la semana anterior pero con un partido menos.

¿Hablar de bache es exagerado?

Sí, yo creo que sí porque el equipo tiene que tener esa fortaleza mental y esa templanza de saber que en los momentos buenos nos van a llover los elogios y en los no tan buenos nos van a llover las críticas, propio de la idiosincrasia del club, de dónde estamos y de lo que representamos. Tenemos que tener la cabeza muy fría y saber identificar esos momentos y no pensarnos ni una cosa ni la otra. Hay que intentar siempre ser los mismos, muy enfocados en trabajar la semana para preparar los partidos. A la vista está que somos un equipo que no depende de uno o dos jugadores sino de un bloque.

El Real Unión de Irún viene de perder sus últimos cuatros partidos, ¿eso lo hace todavía más peligroso?

Sí, eso lo hace muy difícil, porque así como nuestra racha positiva se rompió, también las negativas se rompen. Yo jugué hace muchísimos años allí en Segunda B con el Salamanca y es un campo complicado. Como todos los equipos de esa zona de arriba, son muy aguerridos, muy físicos, y va a haber que trabajar y ponerse el mono. Va a ser un partido de esos que no son tan bonitos, un partido feo, pero tenemos que salir a competir y ganarlo.

¿Para usted ha sido clave hacer la pretemporada con normalidad?

Indudablemente, y más a mi edad, la pretemporada es fundamental. Yo llevaba casi tres años y medio sin hacer una pretemporada fuerte. Este año estuve desde el inicio, desde el día uno, que era lo que yo quería, partir de cero como todos a nivel físico, sobre todo, y luego que el entrenador decidiera, ponérselo difícil.

Contando sus siete goles de la pasada temporada, lleva diez en sus últimos trece partidos. Gran promedio.

El trabajo siempre tiene que tener un toque o de resultados o de mostrarte a ti mismo que todo lo que estás haciendo tiene su recompensa de alguna forma. Por mi posición específica en el campo, sobre todas las cosas se juzga el gol. Pero yo analizo y veo muchas cosas que nos toca hacer en el campo, no solo a mí, también cuando Quiles juega arriba un rato o cuando sale Noel. El espectador se queda siempre con lo más bonito, que es el gol, pero es un trabajo global que se ve rubricado con la guinda del gol, y a veces cuando jugamos muy bien y no metemos gol también considero que se ha hecho un buen partido a nivel individual.

Seis jornadas y todas titular.

Siempre es un orgullo participar de inicio. Para que nosotros salgamos a competir contra otro equipo y seamos competitivos y regulares toda la temporada, yo siento e intento transmitir que la principal competencia es interna entre nosotros. No puede haber nadie que se relaje. En ese sentido, el que está jugando ahora de inicio tiene que seguir a un alto nivel de entrenamientos y de partidos para que eso se mantenga. Y el que no, porque esto es fútbol y los entrenadores eligen a unos o a otros, no se puede venir abajo, tiene que seguir con el mismo nivel de autoexigencia personal para poder competirle un sitio al que está jugando. Eso va a hacer que entre nosotros crezca el nivel y a la hora de competir sea mejor. Hay una competitividad interna muy fuerte y eso es un factor muy importante para un equipo que quiere trascender y que quiere estar todas las jornadas arriba.

¿Siente que está cerca del nivel óptimo que puede ofrecer?

Todavía me falta alcanzar un pico de forma. Cada jornada me voy sintiendo mejor y cada semana la recuperación va siendo más rápida, los esfuerzos en los partidos aumentan y recorro más metros. El otro día el que más corrió fue Villares y el siguiente fui yo, y Víctor fue el que más hizo en distancia a alta intensidad, y yo de segundo. Eso a mí me invita a seguir trabajando y a decir que aún puedo dar más. Siempre hay algo que mejorar. Estoy en un buen momento, pero creo que aún me falta alcanzar ese pico de estado óptimo.

¿Ahora es un jugador totalmente diferente al de hace un año?

Lo bonito del fútbol es que tiene libre interpretación. Realmente yo sé el club que represento, lo que tengo que hacer y la exigencia que tengo, pero al final, con toda la humildad del mundo, siento que no tengo que demostrar nada a nadie sino a mí mismo. Mi lucha interna y diaria es conmigo mismo, con trabajar, con mejorar, con que veo a gente de mi edad a este mismo nivel o a más nivel todavía. Me quedo con eso. El fútbol ha evolucionado y ha cambiado muchísimo. Cuando yo era muy joven los jugadores a mi edad estaban por despedirse. Yo sé que el tiempo corre, pero para mí todos los días es como un debut, lo vivo como un debut, con una ilusión tremenda, con cosquilleos en la barriga porque voy a jugar un partido. Estoy viviendo esa etapa muy bonita con la responsabilidad que tenemos en el club. El año pasado las circunstancias eran las que eran, este año son otras. Yo creo que el cambio es evidente y se nota. Aquí la afición, que ha mamado fútbol y del bueno, sabe reconocer cuando un jugador no está en condiciones de dar su máximo y cuándo sí.

Tras ganar en Calahorra dijo que al principio de la pasada temporada no había plan, ¿se arrepiente de hacer ese tipo de comparaciones?

No, porque al final uno siempre tiene que saber los errores que ha cometido para enmendarlos y mejorar. Es una lección de vida que yo transmito a mis hijos. No fue culpar a nadie porque yo llegué y tampoco estaba bien. El primer culpable fuimos los jugadores, que al final éramos los que jugábamos.

¿No fue una crítica orientada al cuerpo técnico?

No, iba en general a todos, ellos con su cuota de responsabilidad y nosotros con la nuestra.