Al Deportivo aún le faltan algunas cosas, por ejemplo una pizca de atrevimiento y asumir ciertos riesgos en su juego, pero tiene otras muchas, como una sobriedad que le permite transitar por los partidos sin apenas sobresaltos. Mientras va avanzando en ese proceso de ensamblaje, al menos va cosechando resultados tan importantes como el que consiguió ayer en Las Gaunas frente a otro de los más firmes candidatos a instalarse en la parte alta de la clasificación. El premio es doble con la victoria ante la UD Logroñés: permite a los deportivistas golpear a un rival directo en su propia case y le aúpa al liderato en solitario por delante de ese poblado grupo de candidatos que pueblan la zona privilegiada de la tabla.

La de ayer fue una versión práctica del conjunto de Borja Jiménez, hábil para acertar en la mejor oportunidad que tuvo y firme para contrarrestar a un rival que tampoco tuvo los suficientes argumentos como para cuestionar al Dépor. Efectividad y seguridad fueron las señas de identidad de los blanquiazules para volver a ganar a domicilio después de tres salidas consecutivas sin lograrlo.

El Deportivo tenía por delante otra de esas visitas incómodas que le ha reservado este tramo de la temporada, marcado por la igualdad existente en la cabeza de la clasificación. Ahí conviven apretados un grupo amplio de aspirantes que buscan la mejor plaza en ese pelotón. Entre ellos, el propio Deportivo y una UD Logroñés que ayer comparecían en el estadio de Las Gaunas empatados a puntos después del primer cuarto de la temporada. El partido representaba una forma de comprobar hasta qué punto las diferencias se han acortado en la categoría como proclama el técnico deportivista.

Tan asimilado parecían tener eso los dos equipos que apenas arriesgaron durante buena parte de un partido disputado con demasiado respeto. Ninguno se lanzó de entrada, aunque en el caso del Deportivo no lo ha hecho casi nunca a lo largo de la temporada. Los dos alternaron el dominio en los primeros compases, con alternancia de posesiones sin demasiada profundidad. Ninguno quería equivocarse, así que se sucedían los pases de seguridad.

Borja buscó ganar consistencia con el regreso de Álex a posiciones más retrasadas. Le tocó de nuevo al capitán iniciar las jugadas en lugar de Villares, pero su presencia entre Lapeña y Jaime era más una manera de protegerse ante Guarrotxena, Dubasin y Alfaro. Poco más varió el técnico deportivista su propuesta en Las Gaunas, salvo el regreso de William después de agitar el partido contra el Zamora la jornada pasada.

En un contexto conservador, sin embargo, la aportación del brasileño fue ayer testimonial, incapaz de imponer ritmo en las transiciones porque sencillamente ayer no existieron por parte del Deportivo. Eso contrasta con la apuesta del entrenador deportivista, que basa buena parte del planteamiento ofensivo del equipo en las llegadas desde los costados. Ayer juntó a Doncel con William, al mismo tiempo que la posición de Álex permitió adelantar metros a Víctor García y Héctor, pero aún así el conjunto blanquiazul apenas encontró metros por delante.

Solo tuvo una acción de ese tipo, en la primera mitad cuando un balón a la espalda de la defensa lo cazó Doncel con campo por delante para correr. No lo interpretó del todo bien el extremo, que adivinó la llegada por el centro de Miku, pero su centro se quedó corto.

La velocidad se presentaba como una fórmula alternativa para encontrar caminos hacia la portería del Logroñés, pero no ha sido esa nunca una virtud del juego deportivista desde el arranque del campeonato. El equipo de Borja prefiera descolocar mediante la paciencia en la circulación de la pelota, aunque ayer estuvo más impreciso de lo habitual. Villares no tuvo el recorrido y la participación de los compromisos anteriores y el conjunto blanquiazul lo notó.

Hubo cierto amago de que el partido derivase hacia un escenario de ida y vuelta que tanto detesta el entrenador deportivista, pero el gol de Miku colocó a su equipo en una posición privilegiada que no desaprovecharía.

El delantero venezolano, que hasta entonces se había esforzado en ese trabajo oscuro en solitario con los defensas, encontró su recompensa tras una jugada en la que Villares remató un centro de Víctor García. El rechace del portero lo cazó a unos metros de la línea de gol para desnivelar el marcador en el minuto 37.

El Deportivo gobernó con seguridad a partir de entonces, también después del descanso. Para hacerlo encontró en Quiles un recurso de quilates partiendo desde el banquillo. El delantero ha perdido peso en el equipo y ayer volvió a ser suplente, quizá penalizado porque partiendo de esa posición en la banda desde que la que deslumbró en el inicio de la temporada ha perdido la capacidad de sorprender.

Ayer su papel fue otro y mostró todo ese repertorio de recursos que lo convierten en uno de los jugadores más singulares de la plantilla blanquiazul. Quiles le puso pausa al juego cuando fue necesario, dominó la pelota cuando interpretó que sus compañeros necesitaban oxígeno y engranó otra marcha para amenazar a un Logroñés que apenas tuvo oportunidades.

La mejor fue para Guarrotxena en el último tramo del partido y pudo dar al traste con todo el trabajo deportivista. El delantero cazó un balón dentro del área después de una indecisión de la defensa, pero su remate se marchó por arriba de la portería de Mackay. Respiró el Dépor, que deshace la igualdad y ya avanza desde el liderato.