Se topó con el mismo socavón y volvió a trastabillar en él. Esta vez haciéndose mas daño aún. Los duelos ante Real Unión y SD Logroñés le hicieron buenos arañazos en la primera vuelta y la reedición de ambos choques ha dejado peores secuelas en un Dépor que se tambalea cuando llega el tramo crucial de la temporada. Una mala defensa de un saque de esquina, sus deficientes decisiones en el área rival y problemas en el repliegue y en el doble pivote le condenan por segunda semana consecutiva, a pesar de volver a generar infinidad de ocasiones ante la meta de los riojanos. Parecía que nunca iba a llegar, pero el Dépor está en un bache y de su reacción, de su capacidad para reciclarse o reinventarse como equipo depende ahondar en él o salir, de nuevo, indemne, como en la primera vuelta. Prueba de nivel para este proyecto.

El Dépor venía un golpe y tiene el envite decisivo del miércoles en el horizonte. En esta ocasión Borja Jiménez no tenía que decidir solo una apuesta para hoy, sino también levantar a su grupo de la derrota pasada y adecuar su apuesta a lo que le exigirá el futuro casi inmediato ante el Racing de Santander. Miku se quedaba por primera vez en el banquillo esta temporada. Quiles comandaba la vanguardia, rodeado de William y de una pléyade de pivotes. Eran los elegidos para saltar como una jauría a la salida de balón de los riojanos en un primer tiempo exuberante en el que el Dépor pasó de arrollar a sufrir en sus carnes algún susto. Mucho nivel en este periodo sobre el césped de Las Gaunas.

Casi no llegan los dedos de ambas manos para contar las oportunidades de las que dispuso el equipo coruñés en el primer acto. En tres minutos ya había disfrutado de dos. Con Juergen como capitán del abordaje llegaban por todas partes. Al toque, por dentro, por fuera. Trenzando, con robos, a la carrera. Su rival no sabía ni por dónde le venían. A oleadas, sin respiro.

SD Logroñés-Deportivo RCD

Hasta dos balones a los palos mandó el Dépor en esa primera media hora. Fueron Mario Soriano y Trili los que generaron ese sonido metálico. Todo ese ahogamiento a la estructura de salida de su contrincante se producía por una buena ejecución de los movimientos arriba y por adelantar la defensa hasta límites insospechados. Arriesgando, en el alambre.

La SD Logroñés extrañaba la pelota, pero corría desbocada cuando encontraba espacios. Sandoval era un puñal y Calderón estaba listo para recoger sus centros en el segundo palo, también Jon Ander. Estuvo cerca de llegar el 1-0 en varias acciones de los últimos minutos. Hubiera sido injusto, pero era la realidad con la que se había topado el Dépor. Las señales de alerta se asomaban. Había mucho que remar.  

El Dépor salió con la misma disposición de vestuarios tras el descanso. Pretendía de nuevo presionar alto y esta vez tomar mejores decisiones en los últimos metros y encontrar la red rival. No cejó en su empeño, aunque desde los primeros minutos se vio que su contrincante estaba dispuesto a estirarse más. Todo a la velocidad del rayo y a partir de jugadas con sus extremos y Jon Ander.

SD Logroñés-Deportivo RCD

El problema para los coruñeses es que, aunque tuvo mucha presencia en campo contrario y generó alguna oportunidad, bajó su producción ante el meta Vidal. Llegaba, le faltaba el último pase, también meter más gente en el área para multiplicar las opciones de remate. La SD Logroñés, en el achique constante, tampoco estaba del todo incómoda. Al cuarto de hora se movió definitivamente el árbol.

Entró Miku, también se produjo un triple cambio en el Logroñés. Casi sin tiempo para que se asentasen Soberón, uno de los que llevaba unos segundos en el campo, remata de cabeza solo y a placer en el área pequeña. Su marca había saltado por los aires en un saque de esquina. Todos se miraban, cabecean y maldecían por dentro. 1-0, el Dépor tocado y casi hundido.

Y se demostró en los minutos siguientes. No tanto por lo que tenía ante sí, sino por el recuerdo de todo lo generado sin premio y con castigo. Asedió y asedió. Ya con Álvaro Rey, luego con Menudo, Noel... Nada de nada. Miku estuvo a punto de marcar en una chilena y en un par de ocasiones de cabeza, una en el descuento del descuento. Hubo también una mano de Pelayo en el área que no fue sancionada. Otro colegiado, además, que escatima tarjetas, un hecho que por repetido y por haberse hecho casi norma siempre castiga al equipo que propone y elabora, en este caso el Dépor. Todos son condicionantes, pero la única realidad es que el equipo coruñés debe buscar internamente la solución a sus problemas. Duda en el peor momento de la temporada, cuando sus rivales aprietan y llega el Racing de Santander el miércoles a Riazor. Se acabó la ventaja, toca apretar.