2-1 | El Dépor empieza a pasar el duelo con una remontada

Un doblete de Mario Soriano doblega a la Balona, minimiza las carencias blanquiazules y echa tierra al recuerdo del Albacete | Preocupante primera parte en la que reprodujo muchos de los males pasados

Carlos Miranda

Carlos Miranda

Dos versiones del Dépor. Tan diferentes y tan familiares. El equipo coruñés olvidó su modo lento, temeroso, humano y preocupante de la primera para darle la vuelta al marcador y doblegar a una respondona Balompédica Linense. Un triunfo, de los de sufrir, de los de hacer callo y crecer en la adversidad para empezar a pasar el luto de aquella tarde negra ante el Albacete. Mismo escenario que, aunque sea tu casa, no deja de traer recuerdos de lo que pudo haber sido y no fue, del golpe que cuesta enterrar. El Dépor, hecho cuero, gana, tira hacia adelante y arranca en esta Primera Federación de una manera muy diferente a la de hace un año. Entonces, hubo goleada (5-0), aplausos e ilusión, hoy tocó sufrir y apretar los dientes. Lo que cuenta es siempre cómo acaba. 

Volvía el Dépor a Riazor tres meses después para intentar activar el principio del cambio. Pero, en realidad, casi todo seguía en su sitio. Riazor estaba entregado, Borja continuaba en el banquillo, repetían ocho futbolistas del once que hincó la rodilla ante los manchegos. Con las pinceladas de Raúl, Víctor Narro y Gorka, reinventarse desde dentro era la fórmula del abulense. En el arranque, el equipo coruñés quiso la pelota, darle velocidad a su juego y avasallar a la Balompédica Linense. De sus intenciones a lo que acabó ocurriendo...  Ya los dos primeros minutos fueron un aviso con dos ataques centelleantes de banda a banda para que cada equipo le hiciese su carta de presentación a los porteros. Era lo esperado con el Dépor, quizás no tanto con los visitantes. Habían venido a colarse en una fiesta ajena. Y casi lo consiguen.

Pronto el Dépor, encasquillado, empezó a reproducir de manera casi calcada muchos de sus males del pasado ejercicio. Edificado en torno a la manija de Álex y Villares, el equipo mostró poca velocidad y claridad con balón, muchos problemas en el repliegue con un agujero en la zona entre centrales y pivotes, y una inferioridad manifiesta cada vez que una pelota volaba al área desde un costado. Más que gris y desagradablemente repetitivo. Volvía a las andadas. Aun así y sufriendo, iba poco a poco teniendo sus ocasiones en el otro costado del campo. Casi las arañaba. Nada fluía. Ni en un lado ni en el otro. Llegadas de Antoñito, incursiones de Víctor Narro... Poco que llevarse a la boca.

La sensación era que se jugaba a lo que querían los andaluces, que empezaron a sumar saques de esquina sin solución de continuidad. En el enésimo, llegó el gol. Nico Delmonte remataba a placer de cabeza en el corazón del área. 0-1, minuto 31. ¿Un déjà vu?

Verse por debajo liberó de manera instantánea al equipo blanquiazul, que embotelló a la Balompédica Linense en los siguientes minutos. Más por empuje que por claridad. Raúl y Quiles pudieron marcar, emergió entonces la figura del meta Varo. El Dépor buscaba salir a flote bajo presión. Pronto calmó la tempestad. Los andaluces respiraron y hasta se descolgaron en alguna acción antes del descanso. Todo el empuje de Riazor durante el primer acto dio paso en el descanso a los primeros pitos. Están con el equipo, también son exigentes.

Deportivo - Balona

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La segunda parte fue diametralmente opuesta. Sin mostrarse excelso, otro equipo, otro escenario, otro desenlace. Tampoco cambió a nadie de inicio Borja, pero sí se operó la metamorfosis. Para añadir velocidad y capacidad para hacer daño a su juego, el Dépor optó por subir líneas y sincronizar su presión, justo otro de los debes de la primera parte. El pulmón y medio que se habían dejado los jugadores andaluces persiguiendo a blanquiazules en la primera parte, les convertía en un equipo más humano. No llegaban a todas partes, no se multiplicaban para cerrar líneas de pase, no había esa claridad en su salida en transición. Ahogados.

Así, el Dépor cogió el micrófono y se marcó un monólogo que solo generó cierta impaciencia porque los de la Línea tampoco eran mancos para defenderse en su área y porque a los blanquiazules le costó abrir la espita. Necesitaron una genialidad, como no de Quiles, para habilitar con un taconazo a Mario Soriano, que no falló. Eso tampoco cambiaba. Su disparo cruzado subió el 1-1 al marcador e hizo estallar a Riazor. Todos gritaban. Más por frustración que por alegría. Quedaba media hora. Había tiempo y ganas. También fantasmas que ahuyentar.

Deportivo - Balona

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Pero el Dépor se afanó tanto en jugar y empujar que poco tiempo tuvo para que le atormentase su pasado. Nada había variado, se jugaba todo en campo contrario, en el andaluz. Antoñito percutía una y otra vez. Narro trazaba diagonales. Quiles estaba al mando de las operaciones y Mario Soriano pululaba para decidir. Tejían, faltaba la chispa que encendiese el 2-1.

Y llegó, pero tras un fallo. Una mala salida andaluza le dejó el balón al mediapunta, ex del Atlético, en la frontal. Se deshizo de nuevo de tres rivales en un palmo, como hace meses hiciera ante el LInares, y batió a Varo de tiro cruzado. Se consumaba la remontada, llegaba el alivio. Minuto 68.

El Dépor no pasó realmente apuros en los últimos 20 minutos más el descuento. Temer es libre, pero todo estaba en la mente de los deportivistas más que en el césped. De hecho, rozó en varias ocasiones el 3-1. Mario Soriano, Rubén Díez... Un par de balones sobrevolaron el área de Mackay para añadirle un picante casi imaginario a los instantes finales. Hasta hubo tiempo para que debutase Ibai Gómez. El Dépor da un paso al frente y busca que la vida siga, crecer caminando y coserse las heridas.