Fútbol

“Yo vi a Pelé jugar en Riazor”

Emilio Quesada, Juan Guillín y Pachy Dopico, testigos directos de aquel Santos-Botafogo del Teresa Herrera de 1959, en el que O Rei brilló en un estadio coruñés “a reventar”

Pelé, el primero por la izquierda, da la vuelta de honor en Riazor tras ganar el Teresa Herrera en 1959

Pelé, el primero por la izquierda, da la vuelta de honor en Riazor tras ganar el Teresa Herrera en 1959 / Archivo RC Deportivo / Cedida por los herederos de Eladio Muíños Díaz

Edson Arantes do Nascimento, Pelé, asombró a los casi 40.000 espectadores que llenaron Riazor aquel 21 de junio de 1959 en un Teresa Herrera fabuloso, probablemente el más legendario de la historia, el que enfrentó al Santos y al Botafogo. Entre esos miles, Emilio Quesada, Juan Guillín y Pachy Dopico, tres testigos de aquel mítico duelo brasileño en el que O Rei acabó dando la vuelta de honor tras liderar al Santos, gol incluido, en su victoria (4-1) ante el Botafogo de Garrincha, Didí y compañía.

Emilio Quesada, que entonces tenía 29 años, vio el tanto de Pelé “desde la Grada Elevada”. “Fue un golazo —recuerda el exconcejal, periodista y escritor—. Arrancó con el balón desde el medio del campo, dribló a tres o cuatro contrarios y marcó”. Juan Guillín, nacido como él en 1930, ya trabajaba en los medios de comunicación cuando le tocó cubrir aquel Teresa Herrera. “Pelé fue una de las estrellas del partido. Era muy jovencito, pero ya era una figura del momento”, apunta. 18 añitos tenía el crack brasileño, cinco más que Pachy Dopico, que no pudo tener un mejor bautismo en Riazor. “Fue la primera vez que pisé el estadio. Hasta entonces solo lo conocía por fuera. Fue increíble. Ver a Pelé jugar en Riazor, a Pepe, a Garrincha, a Didí... y el ambiente que había”, recuerda emocionado.

Al año siguiente Dopico se hizo socio de Especial de Niños, pero aquel Santos-Botafogo le tocó verlo “desde General, que era una localidad de pie”, así que pasó “un poquito de miedo” por culpa de las “avalanchas”. “Se hablaba mucho de ellas cuando el campo se llenaba. Menos mal que había aquellas figuras de hierro en las filas para frenarse en ellas”, relata. Nunca olvidará el ambientazo de aquel día, con Riazor “a reventar, hasta la bandera”. Coincide Juan Guillín, convencido de que “aquel fue uno de los partidos en los que más se llenó Riazor”. “Teniendo en cuenta que General era una grada de pie, allí metían todo lo que querían meter”, apunta Emilio Quesada sobre el deficiente control en el aforo real del recinto. Entraron 40.000 personas, aproximadamente, y a todas se les hizo corta aquella edición del Teresa Herrera tan especial, la del título del Santos de Pelé, O Rei de Riazor por un día.

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