3-1 | Con Lucas no es suficiente

El Deportivo patina ante un rival directo en un partido en el que el delantero coruñés rescató un empate con el equipo en inferioridad numérica - Las decisiones de Óscar Cano condicionan el tramo final

Lucas Pérez, rodeado de jugadores del Alcorcón en el partido de ayer. |  // LOF

Lucas Pérez, rodeado de jugadores del Alcorcón en el partido de ayer. | // LOF / Marcos Otero

Marcos Otero

Marcos Otero

Gracias a Lucas Pérez y jugando con uno menos alrededor de media hora, el Deportivo pudo regresar de Alcorcón con al menos un empate que hubiera endulzado otro partido gris a domicilio. Lo que se trajo al final fue un sopapo de un rival directo que amenaza con descolgarlo de nuevo de las primeras posiciones —los madrileños se marchan ya a siete puntos— y expone buena parte de las debilidades que condicionan al equipo desde el arranque de la temporada. Al que deja peor, sin embargo, es a un Óscar Cano que aportó pocas soluciones y que mira al mercado como remedio a los males de la plantilla. Eso, a la vez, deja en una posición incómoda a otros.

El partido se presentaba como uno de esos duelos fronterizos que alumbran las temporadas, uno de esos compromisos que suele marcar tendencia. Quizá por eso se desarrolló de una manera en la que ninguno de los dos equipos quiso arriesgar demasiado, sujetados por la igualdad que en apariencia existen entre ambos, a pesar de que el Deportivo se presentaba a cuatro puntos de distancia de los madrileños y con la amenaza de que un tropiezo les descabalgase de nuevo de la cabeza. Hubo demasiado respeto, poco atrevimiento y una alergia al riesgo que desembocó en uno de esos encuentros dominados por la alternancia del dominio, las disputas y el equilibrio.

Hay quien, deteniendo las imágenes y exprimiendo las formas geométricas que pueden formar los jugadores en el campo, le encuentra riqueza táctica a primeras partes como la de ayer, pero hay que observarlos con mirada de analista. Por encima de todo fue un partido aburridísimo hasta que todo se descontroló en el tramo final. Cabría esperar más de los dos máximos aspirantes al ascenso directo del grupo, y también de un Deportivo que en cada partido a domicilio se empeña en dejar por los suelos las buenas sensaciones que traslada en Riazor.

Óscar Cano insistió en una fórmula sin laterales que le funcionó contra Unionistas, pero que priva al equipo de profundidad y recursos por el cortoplacismo en el que el técnico parece haberse enrocado desde hace semanas. No le sirven Trilli ni Retuerta para cubrir las ausencias de Antoñito y Raúl García Carnero; prefiere a Villares y Pablo Martínez fuera de su posición y eso se traduce en menos alternativas y un juego más previsible.

Todo se pudo alterar, sin embargo, en dos acciones concretas. La primera prácticamente al principio, cuando el Alcorcón dejó claras sus intenciones transcurridos apenas dos minutos de buscar la espalda de un despistado Villares en el carril derecho. Chiki le ganó la espalda y se plantó ante Mackay, pero cruzó demasiado su disparo.

Respiró de alivio el Deportivo, pero aún tendría que sufrir hasta que le cogió el aire al partido. Tardó, pero alrededor del minuto 20 se dio cuenta de que todo estaba sucediendo en apenas 40 metros de campo debido a la insistencia en jugar en corto y la presión adelantada. Esa tendencia generalizada lleva a pensar que los espacios se reducen, pero en realidad se multiplican. Lo que ocurre es que este Dépor de Óscar Cano no los aprovecha como cabría esperar, quizá por limitar en exceso su propuesta o asignar de manera inadecuada los roles de los jugadores. La mejor oportunidad blanquiazul de la primera parte, por ejemplo, llegó en un balón en largo hacia Villares, que se encontró terreno por delante para explotar su zancada y al que le faltaría un milímetro para marcar. El Deportivo, sin embargo, ya no volvería a hacer nada parecido en todo el partido.

No lo haría a pesar de contar con Lucas Pérez, al que siempre buscó en apoyos, pero que apenas encontró acompañamiento en los centrocampistas. Rubén Díez y Mario Soriano no consiguieron casi nunca fabricar superioridades en una parcela del campo que dominó el exdeportivista Pedro Mosquera. El Alcorcón, aún por encima lograría adelantarse al filo del descanso en una jugada en la que Villares demostró que no es lateral y le quitaría motivos a su entrenador para colocarlo en esa posición. El razonamiento de Cano es que prefiera a alguien que garantice rendimiento defensivo, pero el de Vilalba estaba mal perfilado cuando el balón le llegó a Pablo García para batir a Mackay. También le quiere en el campo, pero no contempla prescindir de Olabe o Isi Gómez, los dos especialmente discretos ayer.

Aún podría ampliar la ventaja el Alcorcón antes del descanso en una doble oportunidad que salvó primero el portero deportivista y después Pablo Martínez. Había mostrado poco hasta entonces el conjunto blanquiazul y el panorama se le pondría todavía peor.

Mackay se marchó expulsado todavía con media hora por delante y la sensación de que el Deportivo no encontraba la manera de poner en apuros al Alcorcón. Solo a través del talento individual parecía que podría encontrar la manera de engancharse al partido y llegó a través de un fantástico lanzamiento de falta de Lucas Pérez para anotar su tercer gol en dos partidos.

Lo que sucedió a partir de entonces, sin embargo, tiene poca explicación. El Dépor pudo ganar en otra oportunidad fabricada en exclusiva por Lucas, pero se encontró con que su entrenador dejaba claro de nuevo que no tiene demasiada confianza en los recursos de su plantilla. Con el equipo cansado no movió el banquillo y se llevaría dos goles en diez minutos.

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