1-1 | El Dépor, de accidente en accidente

Falló lo indecible y solo consiguió marcar tras un regalo, que devolvió, minutos más tarde, para que Cubillas lograse el empate en el descuento | Se afianza en mitad de tabla, lejos de su ascendencia en Primera RFEF

Carlos Miranda

Carlos Miranda

El Dépor se cansó de fallar en Tarazona. Una y otra vez, una y otra vez. Tuvo que regalarle el portero del equipo aragonés el gol para que se adelantase en el marcador. Pero, como buen invitado, no tardó en devolver el obsequio. Otra vez Cubillas, otro descuento, otro partido que le condena a un equipo que, a pesar de lo que desea y repite Idiakez, empieza a ir de accidente en accidente. Está lejos de ser todo lo rotundo que necesita. Mal presagio para quien tiene que remontar sí o sí en una tabla clasificatoria que se empieza a estirar. La falta de puntería aparecerá como coartada y la perseverancia como receta. A un equipo de la apuesta del Dépor y que ha requerido tal inversión se le pide también acierto. Va en el sueldo. Son algo más que un grupo de meritorios, son estrellas para esta categoría. El equipo coruñés, con un buen volumen de ataque y un tanto desfigurado por los cambios de roles y posiciones ofensivas, mereció ganar ampliamente. Se regresa con un punto que convierte su situación en agónica. Se afianza como un conjunto de media tabla en esta Primera Federación. ¿Hasta cuándo se lo podrá permitir?

El Tarazona exponía al Deportivo a uno de esos partidos incómodos que le esperan este curso. No encontrará mayor diferencia en otro partido de la temporada cuando salte al terreno de juego. Ni de presupuesto ni de campo. El Municipal de la localidad aragonesa se encuentra en las antípodas de Riazor y esa es la principal baza del conjunto local: que se amolda a su juego, a lo que pretende. No hay mejor instrumento para igualar el juego por abajo.

Idiakez

Idiakez / LOF

Idiakez, ante la disyuntiva de cambio de dibujo o cantera, optó por la tercera vía. El dibujo seguía intacto con la entrada de Jaime, que ejerció de improvisado mediocentro y con destacable soltura y jerarquía. Los chavales y Hugo Rama tendrán que esperar. El dibujo le dio seguridad defensiva al Dépor y ese punto de intensidad y de arrestos para subir la línea. Eso sí, le faltaba en ataque, porque su apuesta se basaba en una macedonia de cambios de posiciones y roles que desvirtúan las cualidades de algunos de sus mejores activos. Villares, un pivote, partía desde la banda para acabar siendo muchas veces el rematador que no es, porque Lucas y Valcarce salían de posición. Es muy bueno el vilalbés, pero se ha convertido en pivote, interior y delantero a tiempo parcial. El coruñés era colocado en la alineación como 9. Fue de todo menos una referencia en ataque. Jugaba mucho y bien y repartía. El área seguía huérfana de alguien con instinto. Hasta en los mejores momentos el Dépor no fue capaz de despegarse de esa sensación de que su fórmula de ataque estaba pillado por pinzas.

Cuando menos se notó fue en los minutos iniciales y en gran parte de la segunda parte. Como siempre, el Dépor salió bien al partido. Dominador, con ganas de finiquitar. Todo pintaba a igual y, a la vez, a diferente. Le duró poco menos de diez minutos. Fueron unos instantes en los que el Tarazona estaba ahogado, mientras Lucas mandaba en jugadas eléctricas en las que bajaba a recibir y Villares guiaba las acometidas en la presión. Pareció querer solucionarlo por la vía rápida. Nada de eso iba a ocurrir.

Lucas

Lucas / LOF

Poco a poco el duelo se fue igualando y convirtiendo en ese partido de voleibol que tanto interesaba al Tarazona. El Dépor fue, en muchos momentos, incapaz de imponer su modelo de partido. El encuentro se perdía en rebotes, en balones largos, en rechaces... Tenía ocasiones el Deportivo, es cierto. Una de Davo, otra de Villares, aproximaciones, centros al área... Nada que llevarse a la boca en forma de gol, de 0-1. El equipo coruñés estaba bien plantado con la disposición ideada por Idiakez. Le faltaba mordiente en el área, encajar del todo su propio puzle. Davo lo intentaba con un acierto escaso, Valcarce seguía en paradero desconocido.

El Dépor solo reaccionó un poco para el tramo final tras un cuarto de hora horroroso. Para entonces pudo hilvanar alguna jugada en la que a veces abusaba del pase de seguridad. Necesitaba más, sobre todo acierto, también mordiente y presencia en los últimos metros. El equipo coruñés estaba, de nuevo, expuesto a uno de esos accidentes que tanto intenta evitar Idiakez.

Los primeros minutos de la segunda parte fueron una avalancha del Dépor. Podía transitar, encontraba más espacios. Con Lucas y Villares al mando, se multiplican las ocasiones y seguía faltando ese punto de acierto que se le presupone a una plantilla que falla más que una escopeta de feria. El que más Lucas. El coruñés dice que no está preocupado, que ha cimentado su carrera también las malas rachas. Esta es de las profundas. Tuvo varias clarísimas. No hay manera de que acierte, de que sea en el área ese jugador que hace poco jugaba y goleaba en Primera. Disfrutó en ese tramo Davo también de un par de oportunidades. El asturiano se animó en el inicio de esa segunda parte. El gol le ha sentado bien, aunque sigue teniendo que dar mucho más.

No se libró el Dépor de sustos. Estuvo a punto de marcar el Tarazona en un par de momentos. El último tramo fue, de nuevo, en un único sentido. Se multiplicaban las oportunidades y el Dépor o fallaba o parecía querer entrar con el balón en la portería. Lucas era el sospechoso habitual tanto para crear como para errar.

Tuvo que llegar el ocaso del partido y una pelota que se le escurrió entre las manos al meta Yoel Ramírez para que Jaime la empujase a la red sobre la línea. Minuto 87. El Dépor, muy seguro en el resto del partido, pasó por el mismo trance que en Fuenlabrada. A medias, con dolor. Un balón cruzado al área superó a los defensas para encontrar a Cubillas, siempre Cubillas, para enterrar a un Dépor que no es el equipo que pretende ser.