Fútbol - Deportivo

Iván Barbero, el delantero que trabajaba “mañana y noche”

“Acortó plazos en su recuperación, fue una barbaridad. El fútbol, cuando le das, te da, y a él le debía muchas, porque lo pasó mal”, apunta su padre, ex portero profesional

Iván Barbero celebra el gol que le marcó al Tarazona hace dos semanas en Riazor. |  // CARLOS PARDELLAS

Iván Barbero celebra el gol que le marcó al Tarazona hace dos semanas en Riazor. | // CARLOS PARDELLAS / Carlos MIranda

Carlos Miranda

Carlos Miranda

Bajo la lluvia de Tajonar, a Iván Barbero no dejaban de apuntarle los focos después de meses de trabajo oscuro, obstinado, invisible. Tres goles, miles de razones para que el deportivismo sueñe con él. En aquella jugada casi inocua del pasado septiembre en el Reina de Sofía, se quebró una temporada que se empeñó en no dar por terminada. Ahora, ya de vuelta, empieza a golear con infinidad de recursos en el área para disfrute de Riazor. De aquellos sacrificios y de la ética de trabajo que le acompaña llegan los primeros triunfos. “El fútbol, cuando le das, te da. Y a Iván tenía que darle porque no lo ha pasado bien últimamente”, avanza su padre José Antonio Martínez Baena, Barbero, exmeta de Almería y Osasuna, principalmente, en la década de los 90. “Su recuperación fue brutal. Estuvo trabajando mañana y noche. Acortó los plazos y el fútbol se lo ha agradecido con goles”, apunta entusiasmado desde Almería tras la exhibición ante su exequipo.

“Le ha puesto tanto interés a la recuperación de la rodilla que no se ha dejado un mínimo segundo, un mínimo esfuerzo para recuperarla al 100%”, detalla de unos meses en los que la madre de Barbero viajó tres veces a A Coruña para ayudarle y en los que su padre también se acercó en una ocasión. “Iván siempre fue muy constante, muy disciplinado. El descanso, la alimentación...”, relata antes de darle contexto al triunfo personal. “Braulio y Cata estaban encantados con Iván. Querían que se quedase otro año más. Creían que era el delantero para Osasuna, pero a Jagoba nunca le encajó. Son cosas que pasan en el fútbol. Ahora ha pagado los platos rotos (con los tres goles) el entrenador que menos lo merece (Castillejo), porque es el que le ha dado todo”.

Y en esa encrucijada apareció el Dépor, un equipo con el que tenía una historia inconclusa. Pudo llegar a Riazor en enero de 2022 con Borja Jiménez como entrenador. “Años antes ya había existido la posibilidad de salir cedido al Deportivo cuando estaba jugando en Primera y se quedó con las ganas de venir a A Coruña”. En el verano de 2023 pudo quitarse la espina para encontrar el humus perfecto. “Lo quería media Primera RFEF. Yo le dije que se tenía que ir a un club en el que poder crecer de la mano. Está en la edad perfecta para subir con el equipo y tirar para arriba para ver hasta dónde puede llegar. Es que apareció el Dépor y ni nos lo pensamos”, revela.

“Años antes ya había existido la posibilidad de salir cedido al Deportivo cuando estaba jugando en Primera y se quedó con las ganas de venir a A Coruña”

Barbero padre

Idiakez y todos sus compañeros disfrutan ahora de un futbolista que se complementa con Lucas, Mella y Yeremay y que ha mostrado un abanico de recursos que le hacen ser muy dañino en el área. Todas esas cualidades le convierten en un activo para el Dépor, en un jugador a seguir. Pero no siempre fue así. Prácticamente hasta la etapa final de su formación estuvo alejado de las grandes canteras, de las selecciones autonómicas. Con 16 años jugaba en el equipo de su pueblo. “¿Quién nos iba a decir que iba a ser profesional? En su primer año de juvenil en Aguadulce hizo 16 o 18 goles y se lo llevaron a la capital en su segundo año. Repitió cifras y el Almería lo fichó de relleno para el División de Honor en su tercer año”, cuenta y prosigue. “Tenían un chavalito extranjero y era la apuesta del Almería, pero Iván le comió la tostada. Y, con 18 años, Zaragoza, Osasuna y Valladolid se interesaron por él. Al no haber tenido formación, le aconsejé ir a Osasuna. Creía que si en algún sitio podía debutar en Primera División, era ahí y no me equivoqué”, concluye.

Los meses anteriores a la decisión de mudarse a Pamplona fueron un tanto críticos, porque Iván Barbero siempre había ido progresando en un perfil bajo. De la noche a la mañana todo cambió. “No era que viésemos que desde pequeño fuese a ser futbolista. Tenía talento, como muchos niños, y tuvo ese chispazo en juveniles. Definía los goles como ahora. Con el Almería jugó un día en la Ciudad Deportiva del Betis e hizo dos tantos, uno de la leche. Y me empezaron a llamarme representantes y representantes, yo ni sabía que podía haber tantos”, razona con sorna.

Tras varias vueltas en una carrera que no ha sido lineal, busca ahora echar raíces en A Coruña el hijo del portero que con “cinco o seis años” quiso imitar a su progenitor bajo palos, pero pronto se aburrió, porque “quería jugar al fútbol”. Su padre cree que en A Coruña ha encontrado el entorno y el equipo ideal para darle ese salto que se le resistió en El Sadar. La ciudad, la afición y el club colmaron sus expectativas nada más pisar A Coruña, a pesar de los malos momentos. “Lo único malo del Dépor es la categoría. Para mí iguala o mejora algunos aspectos de Osasuna como club y mira dónde y cómo están ahora allí. Estamos encantadísimos”, valora. “Salió de guatebueno y pasó a guatemejor. Es entendible la situación, la frustración como ciudad y como afición (por estar en Primera RFEF). Él sabía a dónde iba, iba ilusionado y con la idea de ser una pieza importante. Iván estuvo en Primera y tiene talento. El entorno hace que seas mejor o peor o que ese talento se vea más o menos”, cuenta.

El Dépor está ahora imparable y Barbero padre considera que el club está poniendo las bases de un proyecto que apunta alto. “Los de banda (Mella y Yeremay) son un pepino, serían desequilibrantes en Primera. Y Barcia... Si es capaz (el Deportivo) de mantener esa estructura y si suben a Segunda, va a ser un equipo para pelear arriba. Salvo que vengan con pasta y te rompan todo... Es una base que puede hacer historia”, razona un padre con fútbol en sus botas y en sus guantes y con un hijo que se ha convertido en el goleador que añoraba Riazor.

Ve de lejos la lucha por el pichichi, aunque su ratio de minutos por gol es inigualable

El hat trick de Iván Barbero le ha llevado a lograr seis goles en los once partidos que ha jugado en esta Primera RFEF. Cinco han sido en los tres últimos duelos en los que han sido titular en dos por la tarjeta roja que vio Davo ante el Fuenlabrada. Un tanto cada 74 minutos. Estas cifras le dejan ya por encima del asturiano y le sitúan a uno de Lucas Pérez, quien hizo la diferencia en el tanto de penalti logrado en Tajonar que supuso el 0-4. Este arreón le coloca a un paso del Top 10 de goleadores del Grupo I, una selecta relación que tiene a tiro y que, salvo sorpresa, ocupará en las próximas fechas. Le quedan lejos los 14 goles que lleva a día de hoy Pau Víctor, delantero de un Barcelona B en racha, pero nada es descartable ni con él ni con Lucas si el Deportivo mantiene este momento de forma y este ratio de goles de los últimos partidos, los de la segunda vuelta. A pesar de la contribución de Barbero y de Lucas, el Deportivo no es aún el equipo más goleador de su grupo. Los 41 tantos que ha logrado están por debajo de los 44 del Celta Fortuna. En el otro grupo, el 2, el Castellón ha conseguido 54; el Córdoba, 45; y el Ibiza, 44.