Opinión | LA PELOTA NO SE MANCHA

El Dépor tiene el ascenso en la mirada

oSASUNA B DEPORTIVO

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Ojos inyectados en sangre, ojos inyectados en ascenso. El Dépor lleva semanas haciendo un grito sordo de la palabra prohibida. Nadie quiere pronunciarla, nadie se la quita de la cabeza. Es un equipo en racha y mucho más. Es un grupo arrollador, que flota por la categoría y que muestra una superioridad insultante que debería haber hecho suya desde el principio, más allá de los accidentes y las lesiones. Ha llegado algo tarde, aunque a tiempo ese equipo redondo que está por encima de las malas rachas, los fatalismos y los campos impracticables. Da igual que la pelota no ruede porque lo que hay que hacer es llevarla a la red.

Es un Dépor que confía en su fútbol, en su armazón defensivo y en su capacidad para hacer daño por las bandas, a partir de la imaginación de Lucas y de las hechuras de patronaje de un ariete como Iván Barbero.

Es el Dépor como un todo, es el Dépor con un delantero. Sus movimientos del primer gol, su saber estar en el segundo y su finura y confianza en el remate del tercero. Aunque llovía, sacó del armario todo su repertorio para deleite del deportivismo. Es el andaluz el jugador del partido y de las últimas semanas por ser la culminación a un equipo que empieza a rozar la excelencia. redondea la apuesta, redondea todo el torrente ofensivo con goles. De poco valdría esa capacidad de mezclar de Lucas o el desequilibrio extremo de Mella y Yeremay si alguien no mandase todo lo generado a la red, si alguien no amenazase a los defensas y les causase aún más preocupaciones.

Han sido tantas las desgracias en los últimos años que la afición no ha querido creer que desde hace semanas el único enemigo del Dépor es él mismo. Quizás fue así desde el principio y no paraba de ponerse palos en las ruedas. Está a un punto del liderato y es como si nadie lo pudiese detener. Esa confianza es poderosa, pero no puede devenir en relajación. No parece que le vaya a pasar algo así a un equipo que ha regresado del infierno. El tiempo dictará sentencia. A soñar.