La industria de Galicia anticipa una subida “severa” en la cesta de la compra: “No podemos hacer nada”

El encarecimiento de la electricidad, plásticos o cartones ahoga a las empresas, que dan por hecho una caída en las ventas | La alimentación teme quedar sin ‘stock’ de aceite de girasol

Panorámica del polígono de Pocomaco. |   // VÍCTOR ECHAVE

Panorámica del polígono de Pocomaco. | // VÍCTOR ECHAVE / Lara Graña

Lara Graña

Martes, 8 de marzo. Para quien no tenga opción de elegir horarios, poner una lavadora a las ocho de la tarde costará un kilo de patatas o una barra de pan. Casi un euro, para un programa de lavado de algodón (y calculado para un electrodoméstico de bajo consumo). Para el que sí pueda escoger a qué hora adecenta su ropa, las tres de la tarde —no será barato, aunque el lavado estará por debajo de los 70 céntimos— será la mejor opción.

“Nosotros no podemos apagar el frigorífico ni parar la fábrica, no puedo decirle al cliente que dejo de mandarle mercancía”. Este empresario, director general de una de las principales industrias de elaborados de pescado de España, es de los que no puede elegir. No hay trucos para digerir el coste de una electricidad que, hoy, será hasta diecisiete veces más cara que hace un año.

La industria anticipa una subida “severa” en la cesta de la compra: “No podemos hacer nada”

La industria anticipa una subida “severa” en la cesta de la compra: “No podemos hacer nada” / Lara Graña

Responsables de empresas de metalurgia, frigoríficas, alimentación, madera o granito lanzan una advertencia unánime: la repercusión en los precios para el consumidor final será “severa”, como lo es ya “sobre los costes de la transformación industrial. Si la cosa sigue así, tampoco sabemos que más medidas podemos tomar”.

Negociación

“A pesar de los intentos de amortiguar esta escalada de precios, negociando condiciones a medio plazo —apuntan desde el Clúster da Madeira—, se abre un escenario de creciente incertidumbre que por el momento no podemos ponderar”. El índice de precios al consumo (IPC) cerró febrero por encima del 7%, pero seguirá al alza. Y no solo por el factor energético directo, ya que el IPC subyacente (el que no tiene en cuenta luz, gas o alimentos sin elaborar) ya está en el 3%. Existe, por tanto, una altísima inflación estructural. Todas las empresas consultadas han fijado subidas de precios. “Después de muchos años, subimos las tarifas, tratando de repercutir los costes que presumíamos para este año. Pero ya han quedado desfasados”, incide el gerente de una empresa gallega.

“Ya al inicio del año —comparte el primer empresario, del sector pesquero— ya los elevamos. Para nosotros es complicado hacerlo de nuevo [de cara a los supermercados], así que veremos el impacto a las ventas. A la baja, desde luego. Esto es algo estratosférico”.

Y coincide otro directivo: “Por ahora el mercado acepta bien los incrementos, aunque es cierto que estamos comiéndonos la mayoría de la subida, con la esperanza de que baje pronto”.

Las compañías que todavía cuentan con contratos de precio fijo son escasas, y las que acaban de firmar acuerdos de este tipo apuntan a niveles altísimos. “Conseguimos firmar por dos años, pero por encima de los precios de 2021”, constatan fuentes empresariales. “En relación con cómo va este año, sí que es ventajoso”. Una auxiliar del naval, con contrato fijo hasta junio, se resigna. “Estamos planificando qué hacer, aunque me temo que cualquier plan más allá de una semana, en los tiempos que corren, va a ser revisado”, se lamenta.

La industria confía en que el rally de los precios de la electricidad —hoy el megavatio hora alcanzará picos de 700 euros— amaine con el fin del invierno, cuando se reduzca el consumo de gas.

Pero el hecho es que el de la factura de la luz es solo uno de los quebraderos de cabeza. “No es solo el precio del megavatio, también subidas enormes del cartón, del plástico, de la madera o del acero, que son materiales que utilizamos”, apuntan desde empresas. Las firmas de precocinados, por ejemplo, tienen un elevado consumo de gas y mucha dependencia del aceite de girasol y el trigo ucranianos.

Racionamiento

Los supermercados ya han empezado a racionar la venta de aceite para evitar desabastecimientos y tras detectar compras de acopio por parte de los consumidores, en buena medida para garantizar los suministros a hostelería o la propia industria.

“Ya hay problemas. De momento no tenemos rotura de stock, aunque sí sufrimos una subida monumental”, apuntan. Esta empresa de elaborados con base de proteína marina teme “verdaderos problemas” de suministro para el mes de abril. “Los aceiteros están valorando otras alternativas”, como una mayor importación de materia prima desde Argentina.

Para ello, Bruselas deberá aceptar elevar los cupos disponibles para esa importación. “Aunque lo aprueben —zanja—, un barco tarda 30 días en llegar desde allí. Lo vamos a pasar mal”.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) advirtió ayer contra la compra compulsiva de aceite de girasol procedente de Ucrania y aclaró que la posible falta del mismo no se concretará hasta la cosecha de este verano.

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Como publicó LA OPINIÓN este sábado, de la ciudad de Mykolaiv, principal puerta de salida de las mercancías de Ucrania hacia el Mar Negro, partió ya el último barco cargado de trigo con destino al puerto de Marín. No hay de momento ningún otro envío a Galicia consignado. El stock de maíz en la comunidad para los fabricantes de alimentación animal da para mes y medio.

Ante este escenario, la Consellería de Medio Rural ha reclamado al Gobierno central que convoque de urgencia la Conferencia Sectorial de Agricultura, “para abordar las consecuencias de la invasión rusa en la agricultura española, en particular de los sectores primarios en general”. Más allá de las “tensiones en el abastecimiento”, como indicó el conselleiro, José González, existe un “riesgo evidente de aumento de precios de las materias primas y de los insumos que necesita el sector para producir”, por lo que demanda intervenir de inmediato para articular “medidas paliativas”.

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