Estrategia de oposición

El PP se apoyará en sus CCAA y la mayoría del Senado como contrapeso si Sánchez gobierna

"Nada tendrá que ver con la pasada legislatura", avanzan en Génova. Como primera fuerza en el Congreso cerrarán los debates y podrán dilatar los procesos legislativos en el Senado. Las comunidades gobernadas por el PP actuarán en bloque frente a Sánchez

Isabel Díaz Ayuso, Juan Manuel Moreno y Alfonso Fernández Mañueco en la junta directiva del PP.

Isabel Díaz Ayuso, Juan Manuel Moreno y Alfonso Fernández Mañueco en la junta directiva del PP. / José Luis Roca

Paloma Esteban

El PP peleará hasta el final por la investidura de Alberto Núñez Feijóo. La decisión está tomada en Génova y coincide con lo que también piden los barones autonómicos y el partido de forma general: que el ganador de las elecciones intente sumar apoyos y si el Rey lo propone como candidato, se exponga a ese debate. Llevar la iniciativa y retratar a Pedro Sánchez con todos sus socios independentistas. Nadie en el PP cree que sea un fracaso y consideran que la inacción daría síntomas de mayor debilidad

Aún quedan semanas para el desenlace, y en Génova siguen viendo como una opción la repetición electoral. Pero si Sánchez saca adelante un acuerdo con ERC, Bildu y Junts, el PP se plantea ya el escenario de una oposición mucho más reforzada.

En este momento no hay debate interno sobre la continuidad de Feijóo. Todos los dirigentes piensan que debe ejercer como líder de la oposición, en previsión también de que empezaría una legislatura “corta e inestable”. Y también, reflexionan ya en la dirección nacional, porque el escenario para el PP “será muy distinto” del vivido en los últimos años. Los conservadores intentan reponerse del mazazo que supuso el resultado del 23J. Pero, al mismo tiempo, empiezan a poner en valor lo que implicó ganar las elecciones, siendo primera fuerza en el Congreso y con una mayoría absoluta en el Senado.

Lo segundo será clave en todo el proceso legislativo. Porque la Cámara Alta tendrá la capacidad de vetar y devolver los planes del Gobierno, a pesar de que puedan regresar al Congreso para salir adelante. En todo caso, en las filas socialistas asumen que las iniciativas se dilatarán mucho y los tiempos van a cambiar. 

También el PP estará en una posición de fuerza importante en el Congreso. Ahora tienen 136 diputados (falta por contar el voto exterior) y no 89 como en la pasada legislatura. Siendo la primera fuerza tienen la capacidad de cerrar todos los debates parlamentarios y tener la última palabra, a diferencia de lo que ocurría hasta ahora que el PSOE ponía siempre la guinda. Y además, las limitaciones de Vox (ya no podrán interponer de manera individual recursos al Tribunal Constitucional por no tener suficientes escaños), les deja casi todo el campo de la oposición libre. 

A esta realidad en las Cortes Generales, que en la cúpula de Feijóo tachan de “muy incómoda” para Sánchez, se une el poder institucional conseguido en mayo.

“Antes Sánchez tenía una mayoría de presidentes autonómicos. Ahora tendrá enfrente un bloque del PP”, anticipan dirigentes de alto nivel, poniendo en valor que Madrid, Andalucía y la Comunidad Valenciana, entre otras, llevan sello popular. En el PP están convencidos de que la potencia de las comunidades autónomas (doce en total, además de las grandes ciudades de toda España y diputaciones provinciales) serán un “contrapeso muy relevante” al Ejecutivo central. 

“¿Cómo van a ser ahora los consejos de política fiscal, las reuniones sectoriales con las autonomías o las conferencias de presidentes si es que las convoca Sánchez?”, reflexionan en el partido. La financiación autonómica, el melón por abrir de nuevo, puede ser también muy complicada para el Ejecutivo socialista y de Sumar. “Ahora más que nunca vamos a ir a una. La oposición se va a hacer desde los territorios con Feijóo al frente”, zanja un barón autonómico.

La estrategia de oposición cambia ahora por completo. El PP cree que la primera lectura post 23J ha sido precipitada. No cumplieron expectativas a pesar de ganar y el marco que se ha impuesto es prácticamente que Feijóo perdió. La realidad es que el dirigente conservador no tiene números posibles encima de la mesa para hacer prosperar un Gobierno. Vox y el PNV mantienen un veto sobre el otro. Pero, insisten en Génova: “¿Quién puede pensar que de verdad se puede confiar en el partido de Puigdemont?”. La reflexión es constante dentro de las filas populares. Porque entienden que si la pasada legislatura se tildó de inestable, “no hemos visto nada en comparación con lo que viene”.

El PP confía en que el voto en el exterior les dé un escaño más. Eso, dicen, podría implicar que los socialistas necesiten el voto afirmativo de Junts, unido al del resto de formaciones independentistas. “Y eso para una investidura. Pero al día siguiente, para todo lo demás. Leyes, convalidaciones de decretos leyes del Consejo de Ministros, Presupuestos Generales y cualquier otra iniciativa. Y ya no hay geometría variable. Sánchez va a tener que pactar cada palabra con todos esos partidos”, reflexionan en la dirección nacional.

Para el futuro grupo popular en el Congreso no es un asunto menor. Recuerdan que hasta ahora Sánchez contaba con la capacidad de pactar unas cosas con unos grupos y otras, con otros distintos. Por ejemplo, la ley de vivienda salió con ERC y Bildu, pero sin el PNV. La reforma laboral tuvo luz verde por una equivocación del PP, pero la izquierda independentista le dio la espalda. “Todo eso ya no existe. Ahora necesitará el sí de todos. Grupos incompatibles y que pelean por su propia hegemonía territorial”, anticipan, considerando que es “inviable” pensar que Bildu y los nacionalistas vascos puedan “compartir medallas”, igual que ERC y Junts. “Eso es ingobernable”, zanjan.