-Su padrino en este oficio extremo fue nada menos que Ridley Scott?

-Fue en la película Legend. En realidad se lo debo a Vic Armstrong, el director de acción más importante del mundo, que vino a Madrid en busca de caballos andaluces para los unicornios y nos conocimos en el trato de compra. Me llevó con él a Londres para domar los caballos y me lo enseñó todo sobre este oficio. Tuve el mejor maestro. Ahí empezó una amistad que aún perdura.

-¿Qué piensa cuando oye hablar de las grandes estrellas del cine de acción sabiendo que ha rodado muchas de sus escenas más impactantes?

-Una cosa es el actor y otra el personaje. Para mí es un honor haber doblado a personajes como Indiana Jones o James Bond. Te crea una reputación. Son también héroes tuyos.

-¿Las estrellas reconocen su mérito?.

-Cuanto más estrellas son, más lo reconocen y son conscientes de la necesidad de tener sus especialistas buenos para desarrollar el personaje. Ellos hacen su trabajo, la parte dramática, y nosotros nos encargamos de que el personaje sea real.

-¿A qué le tiene más miedo un especialista de acción?

-A no hacerlo bien. Al fracaso profesional, más que al accidente. Es una responsabilidad muy grande. Te pagan muy bien y cada vez que se rueda una escena de acción todo lo que la rodea es muy caro. Cuanto más arriesgada, más pendiente está todo el mundo, más efectos, más equipo, más movimientos de cámara. Si fracasas, es muy triste. Ese es el miedo de verdad.

-¿Cuál fue su escena más peligrosa?

-Lo que más recuerdo fue una caída en 1492, de Ridley Scott. Yo doblaba a Michael Wincott, que se suicida saltando de un precipicio. Era una caída muy complicada. Estabas a 40 metros del airbag y luego había otros 60 metros para abajo. Había dos stunts ingleses muy prestigiosos y se negaron a hacerlo porque lo veían imposible. Para mí entonces era la oportunidad de dar el salto, nunca mejor dicho, en mi carrera. Afortunadamente, salió bien.

-¿Sufrió accidentes importantes?

-La mayoría fueron entrenando. Siempre quieres ir un poco más allá, hasta que te pasas. En rodaje, me rompí la cadera en una película sobre Lorca. Fue una negligencia del coordinador.

-Creo que en Titanic hubo sus más y sus menos?

-Fue el rodaje más duro. Éramos 90 especialistas y veías cómo iban cayendo uno tras otro. Eran muchos días jugándotela. Cuando vimos sobre una maqueta de la proa del Titanic lo que Cameron quería hacer, le dije al coordinador, muy amigo mío, que iba a haber muchos accidentes. En la primera toma, dos especialistas se fueron al hospital y Cameron dijo por un micrófono: 'venga, rápido, que todavía nos quedan 88'. Las ambulancias no llegaban y Cameron quería rodar sin ellas. Hasta que nos plantamos.

-¿Cuánto se puede llegar a cobrar?

-Depende de la peligrosidad y la responsabilidad. Yo llegué a cobrar por una caída 10.000 euros. No puedo decirte en qué película.

-A Stallone le enseñó a cabalgar.

-Algo sabía ya. Hay una escena en Rambo III en la que recoge al galope un cordero del suelo. Me dijo que le enseñara a hacerlo. Jugaba todos los días conmigo al polo en el desierto.

-Schwarzenegger dice en una foto dedicada que reproducimos que a ambos les gustan las mismas cosas. ¿Cuáles son?

-Es una broma. Yo doblaba a Schwarzeneger y otro especialista a la chica que cae con el protagonista en la escena final de Desafío total. Ese especialista que hacía de mujer es al que tenemos abrazado Schwarzenegger y yo en la foto. Schwarzenegger es un como un especialista más. Se divierte con nosotros, nos invita a sus cumpleaños.

-¿Volverá al cine tras dejar su cargo de gobernador?

-No lo creo. Su época ya ha pasado.

-¿Qué actor le dejó más huella como persona?

-Con Robert de Niro es con quien he sentido más cariño de verdad. Y con Harrison Ford. Salíamos a comer, teníamos muy buena relación. Harrison es muy amigo de Vic Armstrong, lo mismo que yo.

-Es usted nieto de Julio Casares, el autor del Diccionario Ideológico?

-Sí, pero las letras no son lo mío. Conmigo parece que hubo un cruce genético.

-¿Sigue teniendo familia en Galicia?

-Mi familia es de Pontevedra, de La Herrería. Tengo una hermana en Lalín y una sobrina que se casó con Rafael Cuiña, el hijo del que fue vicepresidente de la Xunta.