Con el pienso a 36 céntimos el kilo y ante la imposibilidad de seguir recurriendo a nuevos créditos, los productores lácteos se han visto obligados este verano a reducir gastos a costa de lo único que depende exclusivamente de ellos: la producción. Además del recurso cada vez más habitual a los sacrificios prematuros de vacas, que se han incrementado en los últimos tres meses en un 10% para inyectar liquidez a las explotaciones, los ganaderos han tenido que adaptar la alimentación de su cabaña a la evolución de los precios del pienso, reduciendo los aportes de proteínas (el componente más caro) en la dieta diaria de sus vacas. Ambos factores se están traduciendo, según alertan los sindicatos agrarios, en una merma de la producción láctea, que, según prevén, caerá en torno a un 5% de aquí a final de año.

Existe una relación directa entre la alimentación que recibe el ganado y le leche que produce de tal forma que a mejor alimentación, mayor y mejor producción. "No tiene tanto que ver con la ración como con que se incremente o no el concentrado. Regulando el aporte del pienso concentrado, regulas también la producción lechera", explica Francisco Bello, secretario xeral de Xóvenes Agricultores (XXAA), quien reconoce que "el coste del pienso siempre está muy ligado a la producción de una vaca".

El bajo precio de la leche en origen (a unos 29 céntimos el litro) y el incremento constante de los costes de producción han llevado a la mayoría de las explotaciones lácteas de Galicia a "regular" los aportes de proteínas en la dieta de sus vacas. De esta forma, alimentar al ganado les sale más barato pero, como contrapartida, también obtienen menos litros de leche. Roberto García, secretario xeral de Unións Agrarias (UUAA), explica que tanto el sacrificio de vacas en edad de producir como la regulación de los piensos y su sustitución por alimentos más baratos se está traduciendo ya en una caída de la producción, aunque prevé que cuando más se va a notar será en septiembre. "Si no tienes más capacidad para endeudarte y la fábrica de piensos ya no te sirve porque duda de tu solvencia, lo único que te queda es bajar la producción", resume García.

Hasta ahora, sin embargo, lo normal era que el productor siguiese justo la estrategia contraria. Es decir, producir al máximo para tratar de compensar con cantidad los bajos precios a los que le pagaba la industria el litro de leche. Esta tendencia se rompió hace aproximadamente unos tres meses, explica Francisco Bello, cuando los ganaderos en vez de incrementar entre un 4% y un 5% mensual su producción láctea respecto a 2011 empezaron a reducirla. La razón fue el incremento de los costes de alimentación del ganado, que hacían insostenible para el ganadero sufragar el pienso necesario para mantener a las vacas a su máxima productividad.

En este contexto, y teniendo en cuenta que la sequía en Estados Unidos y otros factores como las tensiones entre España y Argentina (nuestro principal suministrador de soja) hacen prever una nueva subida de los piensos, los sindicatos urgen a la Administración a intervenir para garantizar que los costes de producción se puedan repercutir en el precio que percibe el ganadero.

Para ello, confían en que la mesa de la leche prevista para la próxima semana sea efectiva y plantee una solución al sector con carácter inmediato. Si no hay acuerdo y la industria mantiene los mismos precios para la leche entregada en agosto, Roberto García augura que, de facto, "muchas granjas gallegas entrarán en suspensión de pagos" al no poder cubrir los costes de producción ni hacer frente a las facturas de sus proveedores. "Y lo peor no son solo las 11.000 familias que de forma directa viven de la leche sino el efecto que tendrá sobre el pequeño comercio de las comarcas lecheras porque no podrán pagarle ni al del taller mecánico, ni a la fábrica de piensos, ni al veterinario", relata Roberto García.

A pesar de las últimas subidas del pienso y del encarecimiento del gasóleo y la electricidad, es la falta de relevo generacional y de futuro el factor que lleva años condenando al cierre a cientos de explotaciones lácteas en Galicia. La última campaña, que finalizó el pasado mes de marzo, no fue una excepción y un total de 652 granjas de leche dejaron la actividad, es decir, una media de 54 cada mes. Tras los últimos abandonos, el sector ha quedado reducido a 11.545 explotaciones aunque lo cierto es que el ritmo al que desaparecen granjas lecheras en Galicia se ha ralentizado con respecto a los primeros años de la crisis. Las 652 granjas que echaron el cierre durante la última campaña representan aproximadamente la mitad de las que lo hicieron solo en el año 2009. La cifra ha ido bajando paulatinamente desde entonces, algo que los sindicatos atribuyen por un lado a que el sector "casi ha tocado fondo" y poco más se puede reducir y por otro, a la falta de alternativas en el rural, lo que aboca a los ganaderos a "seguir porque no hay a dónde ir". "Es un reflejo de la edad avanzada de muchos titulares y la falta de relevo generacional. Si cierras colegios, ambulatorios, ayudas a la dependencia... todos esos recortes sociales disuaden de iniciar una actividad en el rural que te condena a ser tratado como un ciudadano de segunda", argumenta Roberto García.

Desde XXAA, Francisco Bello apunta, además, que la mayoría de las explotaciones están "tremendamente endeudadas" por lo que "aunque quieras, el banco tampoco te deja cerrar". "Una granja es un bien difícilmente embargable porque el banco sabe que solo produce si está abierta", añade García.