Los productores lácteos no son los únicos que lo están pasando mal en el campo gallego. También las organizaciones agrarias saben lo que es sufrir los efectos de la crisis en su propia piel. Para capear el temporal y mantenerse a flote, Unións Agrarias (UUAA), Xóvenes Agricultores (XXAA) y el Sindicato Labrego Galego (SLG) llevan meses adoptando sus propios recortes en materia de personal y estructura organizativa así como otras medidas orientadas a reducir gastos pero sin tocar los servicios al ganadero.

La falta de liquidez de los sindicatos gallegos se ha agravado en 2012, un año en el que la situación crítica de muchos de sus socios ha empezado a incrementar los impagos de las cuotas, al tiempo que bancos y entidades públicas de crédito les niegan el acceso a nuevas vías de financiación. La puntilla ha venido de la mano de la Xunta, que este año no solo ha convocado con retraso las subvenciones para ayudar a financiar las actividades de estas organizaciones, sino que además ha reducido a la mitad la cuantía a repartir. Debido a la crisis los fondos destinados a estas subvenciones no han dejado de caer, y los 316.000 euros previstos en la última convocatoria -publicada el 21 de junio cuando lo habitual es que salga en enero- representa un 71,8% menos que los 1,12 millones convocados en 2009.

Las tres organizaciones agrarias de Galicia, con todo, rechazan la idea de que "vivan" de estas subvenciones, algo que vinculan con ciertos mensajes "antisindicales" que proliferan en tiempos de crisis. "Estas ayudas no son a cambio de nada, no son subvenciones directas sino que están condicionadas. Si este año nos dan 100.000 euros es porque gastaremos 300.000 para desarrollar nuestra actividad y tenemos que justificarlo", explica Francisco Bello, secretario xeral de XXAA, que recalca que su principal "fuente de financiación son los afiliados". "El 70% o el 75% de nuestros ingresos vienen de las cuotas de nuestros socios y los servicios que prestamos, servicios que cubren el vacío que dejó en su día la Xunta", añaden desde UUAA.

Falta de liquidez

Pese a todo, admiten el impacto sobre sus finanzas de la reducción de ayudas públicas y otros problemas como la merma de los ingresos por afiliación (detectado sobre todo en XXAA). "Todos los años (las ayudas) se fueron reduciendo un 30% y este año todavía no las hemos cobrado", apunta Bello. Para Isabel Vilalba, secretaria xeral del SLG, otro problema importante han sido los convenios con la Administración para formación, de los que este año "se conocen las cuantías globales del programa" pero a estas alturas se ignora aún cuánto le corresponde a cada sindicato, algo que, según Vilalba, "dificulta mucho la planificación de cursos y las necesidades" para poder ofrecerlos.

Estos problemas de liquidez obligaron a los tres sindicatos adoptar en los últimos meses las medidas más drásticas. Xóvenes llegó a tener en mayo a toda su plantilla sin cobrar hasta seis meses de sueldo. La situación se logró aliviar este verano y el retraso ahora es de entre dos y tres nóminas. "Tan pronto como se pueda pagar, se pagará", explica Bello, que añade que los retrasos en el pago de las nóminas comenzaron hace más o menos un año y que debido a esta situación "hubo gente que se fue al paro porque tenía cargas familiares y no podía estar sin cobrar más tiempo". Como consecuencia, XXAA ha pasado de 80 trabajadores a unos 60.

En el caso del SLG el principal efecto de la crisis fue el ERE aplicado este verano al grueso de la plantilla (13 de los 14 trabajadores a tiempo completo) y que supuso una reducción de jornada de entre el 50% y el 70% hasta diciembre. 25 oficinas del SLG tuvieron que adaptar su horario para abrir solo por la mañana, al tiempo que como medida de ahorro otras cinco dejaron de atender al público todos los días para hacerlo dos o tres veces por semana. Además, en los últimos años las plazas que quedan vacantes "no se amortizan", añade Vilalba.

En cuanto a UUAA, es el sindicato que mejor aguanta el tirón, algo que achaca a que lleva tiempo "adoptando medidas" como "no renovar contratos" o "contraer" la estructura de la organización. En total, la plantilla pasó de 90 personas hace tres años a 30 a costa fundamentalmente del personal eventual y aunque mantiene sus 32 oficinas comarcales, dos de ellas han dejado de abrir con carácter permanente para ser atendidas por horas y días sueltos por técnicos que se desplazan según las necesidades.