Cuando los ingleses abandonaron la mina de Corcoesto en 1910 -mucho antes la habían explotado los romanos- no se imaginaron que aún quedaba bastante oro en sus entrañas. Unas 30 toneladas, según las previsiones de Mineira de Corcoesto, filial de Edgewater Exploration, que en verano de 2011 presentó los documentos para comenzar la evaluación ambiental para explotar la mina. Y es que Corcoesto es el nuevo El Dorado.

Sin embargo, el proyecto de una enorme explotación minera de oro a cielo abierto, que toca tres municipios de A Coruña (Cabana de Bergantiños, Coristanco y Ponteceso), ha levantado un gran rechazo social. La causa es el uso de cianuro para lavar la roca y obtener así el metal preciado. Además, la fragmentación de la piedra libera arsénico, según los detractores de la mina.

Todo lo que gira alrededor del megaproyecto de Corcoesto está teñido de grandes cifras: durante los ocho años previstos de explotación la compañía estima extraer algo más de un millón de onzas de oro (unas 30 toneladas) y conseguir 45 millones de euros de beneficios al año.

Para ello creará un cráter de kilómetro y medio y una balsas con 11 millones de metros cúbicos de lodos contaminantes; se realizarán cinco grandes detonaciones a la semana; utilizará 546.000 kilos de cianuro; pondrá en marcha dos escombreras con una capacidad superior a 220 campos de fútbol y generará unos 17 millones de toneladas de residuos. La extracción del oro consumirá al día el agua que gastan de media 22.500 personas. Todo ello en 700 hectáreas de los concellos de Cabana de Bergantiños, Coristanco y Ponteceso.

Con estas cifras no es extraño el rechazo social que ha provocado la mina. La empresa afirma que "es un proyecto de elevada inversión, con uso intensivo de mano de obra, que está llamado a reactivar la comarca de Bergantiños".

Edgewater Exploration también asegura que "será muy favorable la contribución de la mina a superar la crisis económica en la comarca, ya que la plantilla de la compañía llegará a las 271 personas (138 directos y 133 a través de subcontratas), a las que se sumarán los puestos de trabajo de empresas contratistas y el empleo indirecto". Este último rondará las 1.100 personas.

Además, la firma "pone de manifiesto su compromiso con la moderna minería sostenible y la responsabilidad social corporativa", tras el reciente nombramiento de Francisco Aréchaga como director general corporativo de Mineira de Corcoesto. Aréchaga dirigió la explotación y la rehabilitación ambiental de la mayor mina española a cielo abierto, la de As Pontes.

Pero una parte de los habitantes de la zona, científicos y ecologistas se oponen a que se reabra la mina. Por ejemplo, desde que la Xunta dio luz verde a la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto en diciembre pasado, que avalaba la puesta en marcha de la mina, la Sociedade Galega de Historia Natural ha hecho públicos tres informes científicos que demuestran la relación entre la contaminación por arsénico en la cuenca del río Anllóns (que se encuentra en la zona) con la actividad minera en Corcoesto.

La presión ciudadana también ha dado sus frutos. La manifestación que en junio reunió en Santiago a 12.000 personas, según la policía, para protestar contra los grandes proyectos mineros de empresas extranjeras en Galicia supuso un punto de inflexión en la actitud del Ejecutivo de Feijóo. Un mes después, la Xunta paralizaba la reapertura del filón de Corcoesto al "no cumplir los requerimientos técnicos y económicos" para ser aprobado, pese a que medio año antes había conseguido sin problemas el visto bueno de los técnicos de la Consellería de Medio Ambiente.

La Xunta exige ahora que Mineira de Corcoesto demuestre "una solvencia mínima del 25% de fondos propios sobre la inversión del proyecto" (más de 27 millones sobre 110) y "un compromiso en firme del resto de la financiación". También solicitó "documentación que acredite la capacidad técnica de la empresa". A principios de agosto, la Xunta abrió un expediente sancionador a la compañía por realizar sin permiso sondeos geotectónicos y de exploración para las balsas de lodos.

La explotación de una enorme mina a cielo abierto con tratamiento de cianuro está en estos momentos paralizada a la espera de que la compañía obtenga el respaldo financiero necesario. A finales de agosto, la Xunta informó de que había recibido "información importante" de la empresa y que la analizará de forma exhaustiva sin plazos.

El pasado mes de diciembre y antes de que la Xunta otorgase la Declaración de Impacto Ambiental y recibiese la licencia para comenzar a excavar, los vecinos denunciaron el envío de cartas en las que la empresa les advertía de que si no vendían sus tierras, tras la expropiación oficial recibirán la mitad por sus terrenos. En junio, los vecinos de Corcoesto volvieron a denunciar presiones similares.

Mientras todo esto ha ocurrido, la firma ha seguido haciendo su trabajo y es que la compañía está convencida de que va a conseguir el beneplácito de la Administración autonómica. "Mineira de Corcoesto gestionará un yacimiento de oro en los términos municipales de Cabana, Coristanco y Ponteceso, para lo que la Xunta de Galicia ya emitió su positiva declaración de impacto ambiental, porque considera que el proyecto es viable", aseguró en un comunicado el pasado 10 de septiembre sin que la Consellería de Medio Ambiente se hubiese posicionado aún sobre la viabilidad del proyecto. Y es que el nuevo El Dorado de Corcoesto tiene mucho oro en juego.

El oro de Corcoesto que, primero, romanos, y, más tarde, británicos explotaron en la comarca de Bergantiños se formó hace más de 300 millones de años. La apariencia del que ahora quiere extraer la canadiense Edgewater Exploration no se parece en nada al que sacaron con anterioridad las huestes del Imperio Romano o las de la reina Victoria (abandonaron la veta en 1910). Ahora, si el proyecto sale adelante, no serán pepitas sino partículas microscópicas. Por ello, para separar el metal precioso de las rocas hará falta cianuro. Y los detractores de la mina avisan de la peligrosidad de esta sustancia química. Para realizar ese proceso se va a construir también una planta. La inversión prevista es de 80 millones.

En todo el proceso de investigación para la recuperación de este oro, la empresa ya se ha gastado 20 millones. El yacimiento se viene investigando desde hace años y fue en 2010 cuando la firma compró los derechos de explotación. En ese momento se encontró con 40.000 metros de sondeos hechos y desde entonces ha realizado otros 50.000 más. Los sondeos para encontrar las minúsculas vetas de oro se hacen cada 25 metros.

El proyecto de Corcoesto está dividido en dos fases. La primera es la mina a cielo abierto de la que se pretenden extraer 30 toneladas. Cuando lleve tres en marcha se construirá una galería subterránea para realizar más sondeos y detectar más oro.

La mina de Corcoesto no es un proyecto a ocho o diez años -esa sería la primera fase- sino que se puede alargar hasta las dos décadas si en la segunda fase, como está previsto, la compañía descubre más oro.