La crisis ha agudizado la picaresca que ve en la recogida del aceite usado un negocio redondo. Los más de 20.000 restaurantes y bares que hay en Galicia y los alrededor de 50 céntimos que se paga por cada litro de residuos vegetales para fabricar biodiésel atrae a cada vez más empresas piratas y particulares que, pese a no estar autorizados para ello, mercadean con el producto e incluso utilizan las compañías como tapadera para blanqueo de capitales. Ante la proliferación de empresas de este tipo en los últimos años en la comunidad, la Consellería de Medio Ambiente ha ordenado abrir una investigación por posibles malas prácticas e ilegalidades en el sector de la recogida de aceites vegetales usados en Galicia y la Agencia Tributaria y la policía autonómica, también investigan la posible comisión de un delito de blanqueo de capitales.

Desde el sector alertan de que de las más de 20 empresas y autónomos que recogen aceite en los establecimientos hosteleros gallegos, una quincena carecen de alta de actividad comercial e incluso pagan el producto en efectivo a hosteleros y también a particulares, sin ningún tipo de factura. Una forma de actuar que, según explican a este periódico fuentes próximas al caso, les permite alegar a Hacienda que el aceite se obtiene de forma gratuita y así vender el producto con factura a refinerías de biodiésel. Esta operación de blanqueo podría rondar los dos millones de euros al año en Galicia, según fuentes de la investigación.

De tener que pagar los hosteleros por la recogida del aceite usado a cobrar por la entrega de los residuos. Ese ha sido el cambio experimentado por el sector en los últimos años por la proliferación de empresas debido al incremento del valor económico del aceite usado para su venta como componente principal del biodiésel. Hace diez años las empresas que recogían el oro líquido para reciclar cobraban a los propietarios de bares y restaurantes por retirar el producto, pero en los últimos años han surgido nuevas gestoras que en un principio ofrecieron a los hosteleros la retirada gratuita. Y desde hace cinco años, las compañías y particulares que se han hecho un hueco en el sector ya pagan a los hosteleros debido a la gran competencia en la recogida del aceite usado. "En teoría es un negocio fácil y sencillo, pero con muchas obligaciones legales y medioambientales que cumplir", advierten desde el sector.

Los pagos en la actualidad se sitúan entre los 5 y 10 euros por cada 50 litros de aceite usado. Pero hay empresas que llegan a pagar el mismo bidón a 20 euros. Un cantidad que apenas difiere del precio actual del aceite, ya en fábrica de biodiésel: de pagar 500 euros por 25 barriles, las compañías apenas logran 650 euros a la hora de poner el producto a la venta. Un margen de beneficio de apenas 150 euros por cada bidón de 50 litros que para el sector resulta "imposible" que cubra costes de personal, impuestos, desplazamientos, limpieza, amortización de vehículos, transportes y demás obligaciones legales.

Es por ello, que la investigación puesta en marcha trata de determinar si las empresas emergentes en los últimos años en la comunidad utilizan las compañías de recogida de aceite usado para blanquear dinero procedente de otras actividades. Otra de las posibilidades que tampoco descarta la investigación es que se esté llevando a cabo la fabricación clandestina de biodiésel en la comunidad. "Cuando una empresa o persona recoge miles de litros de aceite para fabricación casera de biodiésel es evidente que no es para consumo propio", apuntan fuentes próximas a la investigación.

Desde el sector alertan además de que estas empresas que operan de manera ilícita han importado de otras comunidades una forma de trabajo "precaria". Es el caso, explican, de los gestores de residuos que contratan a autónomos para la recogida de aceite: "Los autónomos cobran según la cantidad entregada de aceite al gestor y este corre con todos los gastos legales y representaciones, pero el desplazamiento al bar o restaurante, la retirada de los bidones y el transporten lo realizan personas que no cobran un sueldo fijo, sino una cantidad variable, según entreguen más o menos".

Esta forma de operar -añaden- "favorece" robos de aceite en restaurantes, la aparición de personas que se hacen pasar por empleados de otras empresas, exceso de horas de conducción, vertido inadecuado de residuos...". En caso de accidente de tráfico y que la carga se derrame, no queda clara la responsabilidad de la carga; teóricamente es del hostelero hasta que su residuo llega al gestor autorizado", advierten desde el sector.