El buque Thunder, acusado desde hace más de una década de pescar ilegalmente en la Antártida, se hundió ayer por la mañana en el golfo de Guinea. Tras ser perseguido durante 110 días (la campaña más larga de la historia) por capturar merluza austral -o merluza negra- en una zona protegida, el capitán del barco furtivo avisó a la organización ecologista Sea Shepherd de que el barco tenía una vía de agua y de que los marineros abandonarían la embarcación.

Entre sus 40 tripulantes se encuentran siete españoles, al menos dos de ellos gallegos, según pudo saber este diario. Todos ellos fueron rescatados y subidos a bordo de la embarcación Sam Simon. La ONG planea entregarlos a las autoridades de Santo Tomé y Príncipe al hundirse dentro de la zona de exclusividad económica de este país. Sea Shepherd, que seguía al Thunder con dos buques, pudo entrar en el barco antes de que éste se hundiese y comprobó que el naufragio pudo ser intencionado.

El naufragio ocurrió alrededor de las seis de la madrugada, cuando los furtivos emitieron una señal de emergencia y los ecologistas pusieron en marcha una operación de rescate. La tripulación del Thunder subió a las balsas salvavidas y esperó pacientemente hasta que, seis horas después de dar el aviso, la embarcación se hundió definitivamente por una supuesta vía de agua. En todo ese tiempo, tres miembros del barco ecologista Bob Barker lograron entrar en el Thunder para recabar pruebas y comprobar el motivo del naufragio. Allí, recuperaron un ordenador, teléfonos móviles y cartas náuticas del buque, aunque no pudieron encontrar el cuaderno de bitácora. Entre las pruebas se incluyen indicios de pesca ilegal como una merluza negra entera que ahora está en el congelador del Bob Barker.

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Los 40 tripulantes -siete españoles, dos chilenos, un portugués y 30 indonesios- fueron subidos a bordo del Sam Simon pese a que los ecologistas los consideraban "potencialmente violentos" y ayer permanecían a última hora en la cubierta trasera. El capitán de este buque, Sid Chakravarty, informó de que los subieron tras garantizar la seguridad de su tripulación, les entregaron tanto fruta como agua y les ofrecieron a los oficiales acomodo dentro del barco. "Pero se negaron", señaló Chakravarty, que apuntó que el Sam Simon se dirigía a Santo Tomé y Príncipe para entregar a los miembros del Thunder a las autoridades de este país.

El capitán del Bob Barker, Peter Hammarstedt, indicó que existen claros indicios de que el buque había sido saboteado intencionadamente. Los ecologistas señalaron que el motor estaba completamente inundado y que las escotillas de carga permanecían abiertas. "Normalmente cuando un barco se está hundiendo, el capitán cierra todas las escotillas para mantener la flotabilidad. Sin embargo, en el Thunder se ha hecho lo contrario: las puertas y las escotillas estaban abiertas y también las bodegas", señaló.

Este buque fue sorprendido por primera vez el pasado 17 de diciembre mientras faenaba de forma ilegal en el banco de Banzare, en la Antártida. A partir de entonces, Sea Shepherd comenzó una persecución por tres océanos -el Antártico, el Índico y el Atlántico- en la que llegaron a recoger más de 72 kilómetros de red de enmalle ilegal, que entregaron el pasado 25 de febrero a las autoridades de Mauricio. Los tripulantes del Thunder se mostraron hostiles en la persecución, al lanzar diferentes objetos a los miembros de las lanchas rápidas de la organización ecologista y realizar maniobras peligrosas. El pasado 27 de marzo el capitán del barco furtivo avisó de que uno de sus marineros indonesios se intentó suicidar.

Pabellones gallegos

Todavía no se sabe qué armadora está detrás de este buque, aunque Europa Press informó ayer de que el Thunder tuvo pabellones en el pasado de empresas de Combarro (Pontevedra) o Ribeira (A Coruña).

Otros dos barcos que pescan ilegalmente merluza austral -también conocida como oro blanco, por su alto precio- fueron detenidos en el tiempo que duró esta persecución. Primero cayó el Kunlun en Tailandia, con cuatro gallegos a bordo y supuestamente relacionado con la coruñesa Vidal Armadores (empresa de Ribeira). La semana pasada fue el turno del Viking, en Malasia, con 18 marineros, entre los que no se identificó ningún español. Los tres forman parte de lo que Sea Shepherd llama los seis bandidos, barcos incluidos en la lista negra de la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos Antárticos (Ccamlr, por sus siglas en inglés). El Thunder era conocido como el "más infame" de todos ellos.