No me ha sorprendido. A pesar de todos los pronunciamientos sanitarios habidos en torno a la baja o nula calidad y seguridad alimentaria del panga, ese pez que se cría sin ningún tipo de garantía de salubridad en ríos de los más contaminados del mundo y que, debido a todo ello, una firma multinacional de grandes superficies comerciales ha anunciado va a dejar de vender en España, una multinacional española demande un mayor consumo del citado pez.

Utilizado como recurso habitual en las cocinas de centros públicos gallegos -comedores escolares y centros hospitalarios, supuestamente, con dieta controlada- el panga se ha introducido en nuestro sistema alimentario sin más mérito que el ser vendido en filetes, ofrecido como pescado fresco (cuando aquí tiene que llegar congelado, lo que significa que para su venta ha sido previamente descongelado) y de fácil digestión, sin que nadie explique que es un pez de río y que puede ser criado por familias que viven hacinadas -para bien y para mal- en casas cuyos residuos vierten exactamente allí donde el panga se cría: el río. Residuos, por cierto, que como nuestros inefables mújeles, devoran incansablemente, con la diferencia de que ni las gaviotas se comen, aquí, el mújel de los desagües.

Galicia, ya lo habrán leído ustedes en este periódico, consume el 32% del panga que entra en España y que no es poco. Pero el presidente de Nueva Pescanova no tiene reparo alguno en recomendarlo.

Desconozco los motivos que le llevan a hacer pública su disposición a que los españoles consumamos panga. Tampoco sé si la nueva Pescanova tiene intereses en la producción de este pez de agua dulce más bien sucia y mugrienta. Es posible que el río Mekong sea ahora para la todavía multinacional gallega un objetivo acuícola, y nada me extrañaría que el capitán Pescanova pase a recomendarnos el consumo del panga y deje de lado el langostino capturado, como la merluza rosa, en mares libres.

En España ya no tenemos FROM, aquel organismo que nos orientaba en el consumo de productos del mar. Pero habría que reinventarlo aunque solamente fuese para decirnos la verdad de la historia del panga. No puedo sustraerme a la pregunta maliciosa: ¿Comerá ese presidente panga en sus banquetes que imagino habituales?