Sonia Diéguez es de Rodeiro y allí quiere quedarse, tras trabajar fuera, hace ya casi una década, en peluquería y estética, un área, recalca, bien "diferente" de lo le tocó cuando ella y su marido asumieron la granja de su padre —vacas y aves— y de lo que le tocará cuando el proyecto para el que recibió apoyo de Medio Rural, una explotación porcina, se haga realidad.

"Siempre me gustó", explica, "y para conciliar mi vida familiar me resultaba mejor porque tengo dos niños y es más compatible trabajar en el rural que fuera". "Se trabaja todo el día, pero los horarios los marcas tú". A cambio, se cede, admite, un poco de vida social. De forma paralela, exige tener "vocación", avisa. Porque "requiere mucha dedicación y ata mucho: aquí no hay domingos". En ese sentido, cita la cara B: "El no poder disfrutar a lo mejor con la familia de unas vacaciones". Tras conocer cómo son las granjas de carne y aviares, Sonia quiere probar suerte con el porcino —empezará por 1.054 cabezas— porque el horario es "un poco más flexible" y la inversión es "más asumible en coste y riesgo", señala.

Sonia ve en el rural gallego una tierra "de oportunidades". Además, reivindica el papel del sector primario como "la base" de lo demás: "Si fallamos nosotros, el resto va en cadena". Eso sí, ya podría ser más fácil (burocráticamente hablando), apunta, para "facilitar" que se sume más sangre joven. En todo caso, le da un consejo a los aspirantes: "Procura tener un buen seguro y sobre todo, que el campo te guste".