Seis registros en las provincias de A Coruña, Madrid y Málaga han permitido a la Guardia Civil desmantelar una organización criminal con base en la localidad coruñesa de Cerceda dedicada a la producción y comercialización de vinos falsificados de marcas de alta gamaCerceda vinos falsificados marcas de alta gama. Los detenidos vendían cada botella a precios de hasta 1.900 euros pero compraban la unidad a solo unos 19 euros.

La denominada operación Tag operación Tagse saldó con la detención de cuatro personas y la investigación de otras cuatro por supuestos delitos de pertenencia a organización criminal, contra la propiedad industrial y la salud pública, estafa y blanqueo de capitales.

Los agentes encontraron más de 1.600 etiquetas y 26 botellas de vino falsificadas de varias marcas, sellos, tapones, herramientas, troqueladores, moldes, planchas metálicas, contraetiquetas, ceras de lacre, cajas de embalaje a nombre de una de las empresas fraudulentas, además de documentación comercial que acredita las actividades ilícitas, material informático e impresoras. En estos registros se incautaron incluso collarines y bases metálicas que se usaban para adornar y terminar las botellas y darles así un aire más convincente y exclusivo.

En la investigación se comprobó a través de la web de venta que desde el año 2014 el grupo comercializó más de 1.500 botellas de vino por las que pudo obtener un beneficio de más de 1,5 millones de euros.

Toda la falsificación se realizaba en el concello coruñés de Cerceda, donde los arrestados tenían su base de operaciones con un taller clandestino donde se hacía el trasvase del vino más económico y el etiquetado de las marcas exclusivas gracias a sistemas informáticos avanzados para escanear, procesar e imprimir. Las etiquetas y contraetiquetas se adquirían a una imprenta de A Coruña. Además de un portal web especializado en vinos y otro dedicado a subastas a nivel internacional, para la venta de los productos fraudulentos se utilizaba como tercera vía un restaurante coruñés exclusivo con reservas muy limitadas que era propiedad de uno de los detenidos. El dueño del local llegó a organizar, según la investigación, catas privadas con expertos para conocer qué tipo de caldos se parecían más a los que la red pretendía falsificar.

La organización compraba a una bodega con denominación de origen palés de 500 botellas a unos 19 euros la unidad. Luego se envasaba en botellas con etiquetas, corchos y tapones similares a los de la marca que plagiaban. Y hasta estampaban los logos y anagramas de forma artesanal con una máquina de fabricación casera. Un ciudadano danés devolvió las tres botellas que había comprado al darse cuenta de que no eran auténticas.

Los responsables de la operación Tag aclaran que no hay botellas falsificadas en el mercado, salvo alguna que se haya adquirido a nivel individual. La investigación fue llevada a cabo por agentes de la Guardia Civil con destino en el Grupo de Investigación Tecnológica de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Madrid, con el apoyo de las unidades de la Policía Judicial de A Coruña y Málaga.