Es la asignatura pendiente de la legislatura pasada: bajar el límite de velocidad en las carreteras convencionales, las más peligrosas ya que en el conjunto del país concentran casi el 80% de los muertos en accidentes de tráfico pero que en la comunidad gallega superan el 90%. Tras un verano negro en el asfalto, con un 15% más de fallecidos en la red viaria española y más del doble en Galicia -21 víctimas mortales, frente a las diez de julio y agosto de 2017-, la DGT se propone reducir la velocidad en la red secundaria con la mirada puesta en países del entorno europeo como Francia, que tras rebajar la limitación a 80 km/h ha logrado frenar la accidentalidad en sus carreteras. Así lo avanzó ayer el director de Tráfico, Pere Navarro, durante la presentación del balance de siniestralidad de este verano, que se cerró con 259 fallecidos en la red viaria española, el 8% en accidentes ocurridos en Galicia. Junto con la revisión de los límites de velocidad, Navarro también apuesta por la instalación de más radares, un mecanismo de control al que las autoridades de Tráfico atribuyen el descenso de los accidentes durante la última década en más del 50%.

Ya en 2013 la entonces directora de la DGT, María Seguí, puso sobre la mesa la revisión de los límites de velocidad con un aumento a 130 km/h en autopistas y autovías, pero solo en tramos seguros y cuando hiciera buen tiempo, y una reducción en las carreteras convencionales. En este último caso, el borrador con el que trabajaba hace cinco años el Gobierno fijaba el límite genérico en 90 km/h, aunque recogía tramos a 70 km/h (vías convencionales estrechas con marca longitudinal de separación en ambos sentidos) e incluso a 50 (en las vías donde esta marca no estuviera pintada). Pero el departamento que ahora dirige Pere Navarro se propone endurecer esa limitación con la mirada puesta en países como Francia, con el límite a 80 km/h.

"Hemos abierto el debate a reducir el límite en las carreteras secundarias", confirmó ayer Navarro ante el aumento de la siniestralidad mortal este año, en especial durante el verano, con casi el 80% de los fallecidos en este tipo de vías, donde la mitad se producen por una salida de vía y, como norma general, por pisar más de la cuenta el acelerador. En el caso de Galicia, los fallecidos en carretera en julio y agosto (un total de 21) ya suponen el 35% de las víctimas mortales en todos los siniestros viarios entre enero y agosto (un total de 60). Mientras la accidentalidad mortal en el conjunto del país aumentó en los primeros ocho meses del año un 3%, al pasar de 775 a 799 fallecidos, en las carreteras gallegas el incremento supera el 15%, cinco veces más que el repunte nacional.

"Me cuesta encontrar argumentos en contra, pero en este país cada vez que tocas el tema de velocidad salen resistencia extrañas", reflexionó ayer Navarro sin fijar un plazo para la reforma y tras recordar que sus dos antecesores en el cargo, tanto Seguí como Gregorio Serrano, habían anunciado la revisión de los límites. España, según recordó el director de Tráfico, con un máximo de 100 km/h en las convencionales es uno de los seis únicos países europeos que mantiene esta velocidad junto con Rumanía, Polonia, Irlanda, Alemania y Austria. A 90 km/h como límite máximo están Bélgica, Croacia, Grecia, Italia o Portugal. Mientras que en Suiza, Noruega, Países Bajos, Malta, Francia, Finlandia o Dinamarca está fijado a 80 km/h.

Pero Navarro no solo puso a Francia como ejemplo en limitaciones de velocidad sino también en radares. Así detalló que el país galo cuenta con 4.000 radares en su red viaria y en Reino Unido, 7.200; mientras que España cuenta con 900 -en Galicia hay 60 fijos y más de 260 tramos controlados por cinemómetros móviles-. "Esto nos indica hacia dónde hemos de concentrar los esfuerzos", concluyó Navarro. "Miremos el comparativo de radares por habitante y veremos que hay que incrementarlos si queremos avanzar en seguridad vial", zanjó.