Los atentados yihadistas en Europa en 2015 llevaron al Ministerio del Interior a reforzar las medidas de seguridad e intensificar los controles. No solo en la calle, sino también en las cárceles por la posible captación yihadista entre rejas. El seguimiento diario a los reclusos islamistas que cumplen condena en España ha permitido desarticular esta semana una red de reclutamiento formada por 25 presos musulmanes en 17 cárceles del país. Del grupo, que según los investigadores estaba muy organizado y estructurado y que ya había amenazado a funcionarios penitenciarios, formaban parte tres internos en Teixeiro: Jamal Zougam, único autor material de los atentados del 11-M y que ya lleva más de tres años en el penal coruñés; Rochdi Abdeselam, condenado en 2015 por reclutar yihadistas para luchar en Siria; y Kalif Mohamed. Los dos primeros comparten módulo, en el 13 -para los primeros grados- y el último está en el 12, ocupado por reclusos en espera de juicio o sentencia firme.

En el marco de la operación Escribano, bautizada así porque los integrantes de la red utilizan a presos comunes para burlar los controles y hacer llegar mensajes e instrucciones a yihadistas en otros penales, un grupo de agentes de la Guardia Civil se trasladó desde Madrid al centro penitenciario de Teixeiro para cachear a los sospechosos de integrar esta organización de radicalización, registrar sus celdas, revisar sus pertenencias e interrogarles. El operativo se desplegó bajo la supervisión de la Audiencia Nacional.

Confidentes

La voz de alarma la dieron presos comunes que actúan como confidentes de un equipo de funcionarios especializado en lucha antiterrorista, formado por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) para recabar información sobre internos sospechosos de terrorismo. Entre los "favores" que pedían a reclusos no fichados, según fuentes próximas a la investigación, era que sacasen cartas de prisión para hacérselas llegar a presos comunes de otras cárceles para que estos se las entregasen a sus verdaderos destinatarios. De esta manera, eludían el control al que Instituciones Penitenciarias tiene sometidas las comunicaciones de los condenados por yihadismo.

La red elegía a presos que cumplían condena por delitos comunes, principalmente por tráfico de drogas o robos, de confesión musulmana y también conversos.

No es la primera vez que el plan de seguimiento al que los funcionarios en Teixeiro someten a los presos que forman parte del llamado Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES), una categoría que implica controles extra con llamadas y correspondencia intervenida y que además no permite la concesión de permisos penitenciario, ha detectado la utilización de presos comunes por parte de condenados por terrorismo para hacer sacar información al exterior. En octubre de 2009, Interior detectó que presos de ETA que cumplían condena en el penal coruñés utilizaban a otros internos para contactar con los jefes de la banda terrorista. La estrategia se base en ganarse la confianza de algunos reclusos en segundo grado que no tienen el correo intervenido y a los que por tanto pueden utilizar para sacar información fuera.

"La lógica indica que debería haber una conducción a otros penales de los presos interceptados en Teixeiro, máxime cuando Zougam ya lleva más de tres años interno en la cárcel coruñesa", apuntan fuentes penitenciarias. En un primer momento, los etarras implicados en a red de correos creada por etarras en Teixeiro fueron trasladados de módulo y posteriormente a otros centros penitenciarios.

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