Un total de 205 concellos estrenaron ayer una nueva ordenación urbanística al entrar en vigor el Plan Básico Autonómico que se convierte de forma automática en la normativa para 37 ayuntamientos con menos de 5.000 habitantes sin planeamiento propio y en un sistema complementario para corregir las lagunas legales y faltas de concreción en otros 168 que tienen planes, pero que son antiguos y están sin adaptar a la legislación en vigor.

Con este instrumento se completa la actualización de la planificación urbanística municipal de la comunidad y los concellos pueden funcionar con esta normativa, ya adecuada al marco legal, mientras no aprueben sus planes propios. En algunos casos, los municipios todavía se regían por determinaciones aprobadas hace casi 30 años. "Sobre los cimientos del Plan Básico Autonómico comenzarán a diseñarse los planes municipales, que permitirán que los ayuntamientos más pequeños de Galicia -los de menos de 5.000 habitantes- tengan las mismas oportunidades que los grandes para acceder a un planeamiento urbanístico", sostiene la Consellería de Medio Ambiente.

El nuevo modelo que ayer se comenzó a aplicar establece criterios generales y homogéneos en la actividad edificadora, como la propuesta de levantar nuevas edificaciones en los huecos vacíos y solares de los núcleos urbanos antes que impulsar una ampliación de los mismos; o, en el caso de que no quede más remedio de que haya medianeras a la vista, exigir un "acabado digno y de suficiente calidad constructiva".

Así, el Plan Básico, para combatir el feísmo, prohíbe expresamente dejar el ladrillo de construcción de tabiques a la vista, y obliga a revestir y pintar las medianeras. Incluso plantea que municipios con muchas medianeras aprueben planes de "eliminación, integración u ocultación con soluciones arquitectónicas, pictóricas o de vegetación".

También fija que la altura máxima de los nuevos edificios en esos concellos será de 10 metros, pudiendo levantar planta baja y dos pisos. Si es en suelo rural, la construcción tendrá menos altura. Se reducirá a siete metros. Serán viviendas de planta baja, con un primer piso y posibilidad de habilitar bajo cubierta.

Además establece la altura máxima de los cierres de las fincas. Un máximo de 1,5 metros y si uno desea más intimidad podrá conseguir un metro más a cuenta de árboles o mallas metálicas.

Sobre el material del cierre, apunta que debe ser "acorde con el ambiente", y en la medida de lo posible favorecer "vallados de elementos vegetales autóctonos o naturales". No obstante, se prohiben plantas que "rompan con la armonía del paisaje".