Cuatro de cada diez gallegos han comprado por internet en los últimos tres meses, el doble que hace un lustro, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), y las empresas dedicadas a las comunicaciones y paquetería, como Correos, cada vez más volcada hacia este aspecto del negocio, lo notan. De hecho, aunque las cartas siguen conformando la mayoría de las remesas que pasan por los centros de logística de la compañía antes de acabar en los domicilios de los ciudadanos, han registrado una caída de en torno al 5% anual. Lo compensan los paquetes: el volumen de bultos que gestiona Correos en la comunidad ha registrado un aumento medio de entre un 20% y un 30% anual en los últimos cinco años, que se quedaría corto en épocas como la del Black Friday o la navideña.

Así lo confirma Moncho de la Fuente, responsable del CTA (centro de tratamiento automatizado, uno de los 18 del país) ubicado en Santiago (Lavacolla), quien señala que noviembre, entre el Black Friday, el Día del Soltero (similar, pero de tradición china) y el Cyber Monday, el aumento de volumen de paquetes previsto por la empresa con respecto al ejercicio pasado es de un 34%, mientras que para Navidad se espera un 25% más, lo que da una idea de la cantidad de clics que se traducen en compras este mes. Eso supone para el centro logístico de Correos en Galicia una mayor necesidad de plantilla, que suele estar conformada por 150 empleados en tres turnos los 365 días del año, y que se refuerza estos días con entre 25 y 30 más.

Con 6.000 metros cuadrados, por el CTA de Santiago pasa todo lo que llega a Galicia y todo lo que sale de ella y que esté gestionado por Correos. Y lo hace a un ritmo frenético, de 1,5 millones de envíos al día, como si más de la mitad de los gallegos recibiese o emitiese un bulto diario. En el caso de los paquetes, el centro trata 2.500 cada hora. Aunque no todos los días son iguales. De la Fuente, por ejemplo, nota cómo los lunes hay mucha más actividad, lo que asocia a que la gente dispone de más tiempo para hacer compras a través de internet durante los fines de semana.

Carta o paquete, cualquier candidato a acabar en una oficina de correos o en el buzón, en la puerta de algún particular o en alguna de las nuevas terminales CITYPAQ, se revisa a su llegada al centro (hay tres escáneres) por si puede suponer un peligro o por si contiene drogas u otros objetos no permitidos. Entre lo que no se puede enviar se encuentran, salvo contadísimas excepciones, los animales vivos. El tema sale a relucir porque en Santiago ya es anécdota el día en que detectaron tres crías de caimán.

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Correos, a toda máquina

Una vez que paquetes o cartas -estas en su mayoría ahora de carácter institucional o de negocios, como apunta De la Fuente- pasan ese filtro, se realiza una primera separación: la correspondencia a un lado y la paquetería a otro. En todo caso arranca un proceso que tiene un único objetivo: "La idea es que a las 07.30 horas todos los carteros tengan en su mesa las cartas y los paquetes vengan de donde vengan", explica De la Fuente. "Independientemente de que esté en Vigo o en Pedrafita do Cebreiro, el cartero tendrá su caja para reparto de paquetes y de cartas", apuntan desde la compañía,

Algunas de las cifras que se manejan en el CTA de Lavacolla son casi cuestión de fe, porque los sobres pasan tan rápido que no se puede seguir su recorrido. Por ejemplo, las clasificadoras de correo, que reparten la correspondencia en casilleros para que cada una acabe en su destino, pueden tratar, en teoría, 40.000 envíos por hora. Las máquinas IRV (máquina integrada de lectura y videocodificación), que están pensadas para tratar el correo normalizado y para leer las direcciones a través de un software de reconocimiento de caracteres para luego imprimir un código de barras con la información de destino, aguantan todavía más presión: hasta 45.000 envíos cada hora. Junto con los empleados y las encargadas de gestionar paquetes, son las que posibilitan el manejo de 1,5 millones de envíos diarios en Santiago.

Con todo, la primera parada de las cartas de toda la vida, las que llegan a través del buzón, sería la "bombonera", a la que llaman así los trabajadores del gremio por la forma característica de un bombo que gira y que expulsa a las que no responden a tamaños normalizados, que deben ser mataselladas a mano por un operario. Son estos los que empiezan a hallar las primeras cartas dirigidas a Papá Noel y a los Reyes Magos por los niños más madrugadores.

Aunque aseguran desde Correos que el tradicional buzón amarillo que decora las calles de las ciudades no va a desaparecer, no es el principal proveedor de materia prima para el CTA. Apenas entran 30.000 cartas por día, aunque el mes que viene los buzones se llevan una alegría con las postales y se incrementa un 40% su aportación a la correspondencia total que se distribuirá a través del centro logístico. Al parecer, también se nota más tráfico de postales por San Valentín.

El corazón de la empresa en Galicia, el CTA de Santiago, no late igual de mañana que de tarde o de noche. Según Correos, el turno de mañana se encarga de la admisión de grandes clientes, mientras el de tarde recibe las 39 rutas de transporte que traen el correo depositado en los buzones y en la red de oficinas postales de las cuatro provincias gallegas y lo prepara (escaneado, matasellado y clasificado) para su transporte, dentro o fuera de Galicia, y el de noche recibe las rutas de toda España que llegan a la comunidad y lo deja todo listo para las unidades de reparto.