Las ocho provincias del Noroeste español aportan al Congreso 43 diputados, siete más que Madrid, 12 más que Barcelona y 28 más que Valencia. Una fuerza importante si los políticos que representan a estas ocho provincias, dejadas a su suerte en beneficio de otros territorios mejor situados en la geografía pero también en la estrategia política, fueran capaces de unir voluntades más allá del color de las siglas.

Y siglas hay unas cuantas. De esos 43 diputados el PP se lleva más de la mitad (22), mientras que el PSOE se queda con 11, Podemos y En Marea aportarían 8 representantes, y los 2 que restan se los adjudica Ciudadanos.

El peso político territorial de las ocho provincias del Noroeste se equipararía casi al de Cataluña, cuyas cuatro provincias tienen derecho en total a 47 escaños. No hace falta entrar en muchos detalles sobre la histórica diferencia de trato de la Administración central en relación con los diversos territorios.

La alianza empresarial para combatir la despoblación responde a necesidades comunes y a sentimientos de discriminación, también compartidos. Y a una realidad pareja en materia de población que requiere una política plurirregional específica. Esos problemas comunes sitúan a las ocho provincias en liza con las tasas de dependencia más altas de España, con los índices de fecundidad más pequeños, con los mayores porcentajes de personas mayores de 65 años en el país y con un crecimiento vegetativo negativo.

Un paisaje desolador, con cinco de las ocho provincias por debajo de los 50 habitantes por kilómetro cuadrado y aproximadamente el 60% de todos los núcleos poblacionales de España por debajo de los cien habitantes. Una España de periferia (en un país que ya de por sí lo es, periférico), de dispersión poblacional y envejecida, donde el gran inconveniente no es tanto el número de ancianos como el escaso peso estadístico de los jóvenes.

Las ocho provincias del Noroeste han tenido un saldo vegetativo negativo (más muertes que nacimientos). No es una situación coyuntural, sino estructural y mantenida en el tiempo.

Asturias tiene, por otra parte, la tasa de población menor de 18 años más baja del país, con tan solo el 13%. La media nacional es del 18.

El PIB per cápita más alto del Noroeste español es el de A Coruña (21.700 euros) pero como mucho se sitúa en mitad del pelotón económico español. Junto a A Coruña, tan solo Asturias y Lugo superan los 20.000.