Los restaurantes y empresas de catering reclaman una regulación especial para la comida sobrante de los grandes banquetes, como bodas, bautizos, comuniones, comidas de empresas y otros eventos importantes, con mucha gente sentada a la mesa. La Xunta pretende que a partir del año que viene los restaurantes gallegos estén obligados a ofrecer a sus clientes la comida que estos no hayan terminado, y si la aceptan, deberán entregársela en un recipiente preferiblemente que no sea de un solo uso.

Los hosteleros gallegos están de acuerdo con la nueva norma, pero ven dificultades en el caso de grandes banquetes para organizar el nuevo proceso garantizando el buen estado de la comida para los clientes y sin que ello les suponga un sobrecoste ni a ellos ni a los consumidores. Por ello, piden un trato diferente. Por ejemplo regular que la comida sobrante se destine a ONG o comedores sociales, y que sean estas organizaciones las que vayan al restaurante a recoger los alimentos.

"Algunos restaurantes ya lo hacemos, la comida sobrante la enviamos cada semana a una ONG diferente o un comedor social", apuntan desde el sector de la hostelería en la comunidad.

Los hosteleros también demandan a la Xunta que regule con exactitud que se considera comida sobrante. "Ha de quedar claro que es la comida que se sirvió en la mesa y no se consumió para poder evitar posibles picarescas", expone un empresario hostelero.

Además desde el sector de la hostelería proponen que si el cliente al final opta por no llevarse comida para casa firme un formulario en el que renuncia a ello, para evitar que luego el restaurante pueda ser multado porque la negativa fue verbal, y no por escrito.

Asimismo plantean que quien decida llevarse la comida suscriba otro formulario en el que se hace responsable de la misma. "Mientras los alimentos están en el restaurante se cumple la cadena de frío, están en las condiciones adecuadas para blindar su buen estado y su higiene, cuando salen del local ya no nos podemos hacer cargo", relatan desde el sector.

Un alimento veinte minutos a veinte grados ya no es recomendable para comer, según detallan, al tiempo que exponen las principales complicaciones para llevarse para casa los alimentos sobrantes de una boda o cualquier gran fiesta: cuando un comensal va a un restaurante como mucho está dos horas hasta que se va, y perfectamente puede llevarse la comida para su casa en su táper, pero una boda se prolonga tranquilamente diez horas y después de la boda puede continuar la fiesta.

En su argumentación añaden que comida al multiplicarse el número de comensales puede resultar una cantidad importante. "En un gran banquete, servimos entre aperitivos y comida hasta 15 productos diferentes, imagine la de táperes a llenar, y hay comida muy delicada, ¿cómo nos vamos a hacer responsables los restaurantes de langostas o cigalas que terminan en el maletero del coche en una tarde de agosto a 30 grados? Es un riesgo alimentario", cuestionan.

"En mi empresa, los cocineros trabajan con guantes, gorros en salas a cinco grandes para garantizar el buen estado de los productos, después de esto, si el cliente se deja la comida en el coche o encima de la mesa de la cocina la responsabilidad no puede ser mía", detalla un hostelero. '

Ya les ha pasado que algún cliente tras una gran comida pide la comida sobrante y le prestan un táper térmico que luego les devolvió, porque uno de esos termos, que garantiza que la comida se mantenga en una perfecto estado cuesta 350 euros. "Si ahora esta situación se generaliza tendríamos que comprar muchos más termos y cobrar el termo o pedir un depósito por el termo, que se reintegraría cuando nos devolviesen el termo", relata.

En un domingo de agosto, hay restaurantes que pueden organizar hasta seis bodas. "¡Imagine el personal y los táper que necesitaremos solo para organizar la comida sobrante y entregarla a los novios o a los padres de los novios!", comenta un hostelero con esta volumen de demanda en temporada alta.

La Xunta acaba de presentar el anteproyecto de la Lei de residuos e solos contaminados, y ahora se abre el proceso de alegaciones. Los hosteleros prevén reunirse con el Ejecutivo autonómico para razonar sus demandas. "Estamos encantados con la norma, pero en el caso de grandes banquetes se precisa mayor concreción y pensamos que una regulación especial", remarca un afectado.

La futura ley, que ha sido redactada por la Consellería de Medio Ambiente, contempla que los negocios que no ofrezcan la comida sobrante se expondrán a una sanción que podría llegar a 900 euros. Medio Ambiente quiere también impulsar un pacto social "para que los excedentes de alimentos sean entregados a organizaciones sociales".