La plaga Dryocosmus Kuryphilus, más conocida como avispilla del castaño, avanza sin control en la comunidad gallega desde el año 2014 y ya se ha convertido en una pesadilla para los productores. Galicia es la principal productora de castañas de España con más de 200 toneladas anuales, que suponen unos ingresos superiores a los 100 millones de euros.

Para tratar de combatir la expansión de este depredador que amenaza las cosechas, la Consellería de Medio Rural incrementa año tras año el número de sueltas del insecto Torymus sinensis con el objetivo de minimizar los daños causados por la plaga. Esta lucha biológica forma parte de un proyecto piloto llevado a cabo por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que se encarga de valorar con cautela las consecuencias de las medidas realizadas.

En el año 2015 se efectuó la primera suelta, con un total de 1.500 de Torymus liberados. En el año 2016 la cifra ascendió hasta los 66.500 y al año siguiente se liberaron 134.000 parásitos. El último registro hasta la fecha, de 2018, indica un total de 705.000 Torymus soltados. El insecto, que se encarga de parasitar los huevos de la avispilla y comerse sus larvas, contará este año, según previsiones de Medio Rural, con 1,6 millones de sueltas, más del doble que el pasado año. Los ejemplares de Torymus son importados de Italia, el único país donde está autorizada la producción de este parásito, por lo que las particularidades legales que hay que cumplir para introducirlos en el territorio nacional son numerosas.

Durante el año 2018, el presupuesto destinado a las actuaciones de eliminación fue de un millón de euros, dato que también se duplicará en el presente ejercicio, cuando el importe calculado es de 2,1 millones de euros. Con este plan se busca liberar los parásitos en los momentos más adecuados para que haya más probabilidades de éxito, teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas y el estado de las plantaciones.

La lucha biológica mediante la liberación de este parásito es el sistema más eficaz para hacerle frente a los daños causados por la avispilla, cuya expansión desde que se detectaron los primeros casos hace cuatro años fue desmesurado. En 2012 el insecto originario de China llegó a España por Cataluña y afectó posteriormente a Cantabria y Andalucía. Dos años después, en 2014, se confirmaron 44 plantaciones afectadas en Lugo y Ourense, que evolucionaron hasta las 4.100 al cierre de 2017, cuando la avispilla entró el oriente de la provincia de Ourense, la gran zona productora de la castaña gallega.