Los ganaderos gallegos estaban pendientes de que la Xunta les autorizase la cesión de las jaulas trampa para jabalíes que habían solicitado a través de la Asociación de Perxudicados pola Fauna Salvaxe en Galicia (Aperfasa). El sector buscaba así reducir los daños en sus cosechas que de media cada año suponen más de 15 millones en la comunidad. La Consellería de Medio Ambiente recogió esta propuesta en su protocolo de actuaciones para el control de la presencia del jabalí en áreas periurbanas y ya ha autorizado en una explotación de la provincia de A Coruña la colocación de la primera trampa del primer pedido de 20 jaulas que se ha realizado, del que ya hay otras tres peticiones en trámite.

De esta forma, el Ejecutivo autonómico busca regular la población del cerdo bravo que se ha disparado en los últimos años y para ello recurre, entre otras, a la colocación de estas trampas que técnicos de la Xunta ya instalaban en espacios protegidos de la comunidad y que también emplean en otras autonomías como Andalucía en sus planes de acción contra la sobrepoblación de esta especie cinegética. En Galicia, estos dispositivos ya se probaron el pasado febrero en el marco del plan piloto puesto en marcha en las zonas periurbanas y urbanas de Lugo.

Desde el departamento autonómico que dirige la conselleira Ángeles Vázquez aclaran que esta medida es "excepcional" para casos "donde no exista otra solución al fracasar o agotarse todas las posibilidades". De hecho, pese a que la Lei de conservación da natureza prohíbe matar, dañar, capturar y transportar animales silvestres este precepto quedaría invalidado entre otros motivos para "prevenir perjuicios para los cultivos". Además, en la Lei do Patrimonio Natural e da Biodiversidade recoge que también quedarían sin efecto esas restricciones si no hubiese otra solución y siempre que se mantenga la población de las especies. En este caso, el exceso de ejemplares de jabalíes y sus ataques a las fincas de maíz y praderas ha obligado a la Consellería de Medio Ambiente a conceder permisos a titulares de explotaciones agrarias o asociaciones de ganaderos para que puedan instalar jaulas en las que capturar a jabalíes que acechen sus cosechas.

Los beneficiarios deben cumplir varios requisitos para que la resolución sea favorable. Para empezar acreditar que efectivamente no está permitida la caza en la zona ni existe otra alternativa para paliar el problema. Además, según recoge el protocolo de actuación de Medio Ambiente, los solicitantes tienen que justificar los daños reiterados que han sufrido en sus terrenos. Los agricultores a los que la Xunta apruebe su petición y reciban una de las jaulas trampa para su granja están obligados a revisarla todos los días por la mañana para asegurarse de que funcionan correctamente Si alguna especie distinta al jabalí cae en la trampa hay que liberarlo de forma inmediata.

El receptor de la jaula está obligado también a que al cerdo bravo capturado no se le haga sufrir. Por eso, deberán llamar a un veterinario para que aplique la eutanasia al animal y avisar a la empresa de retirada de animales muertos Gesuga para que retire el cadáver, a quien deberán entregar un certificado del profesional que mató al jabalí. Los cadáveres de los jabalíes capturados tendrán que precintarse con un distintivo que otorga la Consellería similar a la que usan los cazadores.

Desde que expire el permiso, los ganaderos que recibieron alguna de las jaulas tendrán un mes de plazo para enviar un informe al departamento autonómico que indique la fecha en la que se realizaron las capturas y el número de ejemplares atrapados. Durante el periodo con la autorización vigente, inspectores de la Xunta vigilarán si se cumple este protocolo.

Además de las jaulas, los productores plantean otras "acciones preventivas" para controlar las manadas de jabalíes para tener "margen de maniobra" antes de que en un mes empiece la simiente del maíz. En este sentido, el sindicato Unións Agrarias insta a los tecores a entrenar a sus perros en las zonas de riesgo y a hacer una lista de cazadores dispuestos a vigilar las fincas de maíz sembradas.