Un tercio de la superficie rústica de Galicia está abandonada. Son más de 900.000 hectáreas cubiertas de maleza y sin ningún tipo de gestión. Sin embargo, casi la mitad de esa extensión son suelos productivos que podrían ser destinados a aprovechamientos agrícolas o ganaderos. En concreto, hay 50.000 hectáreas de alto valor agrario que están siendo desperdiciadas pese a tener "una aptitud buena o muy buena" para cultivos. A estas se suman otras 50.000 menos idóneas para la agricultura pero óptimas para la producción de pastos. Y, por último, en zonas de montaña situadas en la parte más oriental de la comunidad hay otras 300.000 que podrían ser dedicadas al pastoreo. En total, 400.000 hectáreas con potencial para convertirse en superficie agraria útil y elevar el valor añadido bruto del sector primario de Galicia.

Es una estimación realizada por el ingeniero de montes y profesor de la Universidade de Santiago, Eduardo Corbelle Rico, a petición de la Consellería de Medio Rural que trabaja en una ley para recuperar y poner en valor tierras agrarias. Aunque la tramitación de esta norma quedó interrumpida por la convocatoria de elecciones autonómicas, el departamento de José González tiene en cartera un paquete de medidas para movilizar tierras como el impulso de polígonos forestales que permitan poner en rendimiento a 10.000 hectáreas anuales o la creación de las llamadas "aldeas modelo".

Según los datos que maneja Eduardo Corbelle Rico, experto en los cambios de usos del suelo, la mitad de la superficie rústica de Galicia (1,4 millones de hectáreas) es bosque. Y solo un 23% es superficie agraria útil (700.000 hectáreas). Es decir, las tierras abandonadas superan en extensión a los terrenos dedicados a pastos y cultivos. Aunque es una estimación de hace unos años, este ingeniero de montes advierte de que el panorama no ha cambiado mucho desde entonces y, en todo caso, matiza que son estimaciones, puesto que existen diferencias metodológicas en los estudios oficiales que analizan los usos del suelo, de manera que es "difícil" dar una cifra precisa.

Aunque en los últimos años no hubo demasiados cambios en el perfil del campo gallego, en un periodo más largo Galicia sí ha sufrido una constante pérdida de tierras agrarias. Se calcula que en 30 años han desaparecido 306.000 hectáreas.

¿Y a dónde fueron a parar esas hectáreas de cultivos y pastos perdidos? La mitad de estas tierras quedaron abandonadas pero la otra mitad cambió de uso por voluntad de su propietario que decidió reforestarlas o construir en ellas.

En todo caso, de las 900.000 hectáreas abandonadas en la comunidad hay una parte importante que no tiene ningún potencial puesto que los suelos no son productivos. Sin embargo, sí podrían convertirse en superficie agraria cerca de 400.000. Los suelos más productivos (unas 100.000 hectáreas sumando las que tienen buenas aptitudes con las que tienen una calidad media) están situados sobre todo en el centro de la provincia de Lugo y en A Coruña.

Las otras 300.000 hectáreas están situadas en zonas de montaña de Lugo y Ourense. "Son zonas de montaña, con clima más áspero pero que pueden ser muy interesantes para la ganadería. Aunque no se les sacaría una gran rentabilidad es importante porque contribuirían a la reducción de biomasa y a la prevención de incendios", explica Corbelle.

En todo caso, advierte que movilizar todas estas tierras podría demorarse "décadas" y sostiene que deberá ir acompañado de inversiones puesto que será necesario desbrozar, aplicar tratamientos químicos o abrir caminos.