El Impuesto indirecto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO) se establece al aplicar unos determinados porcentajes (que varían entre el 0,5% y el 4%) sobre el coste real de la construcción. Algunos ayuntamientos lo elevan hasta la décima parte del coste de la obra y otros lo reducen al 2% para incentivar la construcción. Otros optan por realizar excepciones o reducciones del impuesto. Por ejemplo, para la construcción de una vivienda unifamiliar el coste del ICIO ronda los 5.000 euros, pero en edificaciones de varios pisos llega hasta los 300.000.

La picaresca de los que presentan la solicitud para obtener la licencia urbanística es aportar un presupuesto más bajo que el real y así pagar un porcentaje menor. Sin embargo, hay concellos que después revisan que la obra haya costado lo que se ha presupuestado. Eso sí, si el importe es menor el consistorio debe devolver la parte correspondiente. La tasa que se cobra por este impuesto aumenta en función del tamaño del trabajo y grava la realización de cualquier construcción, instalación o reforma para la que es necesaria una licencia urbanística, siempre que su expedición corresponda al municipio.