Feijóo azuzó la semana pasada el debate sobre su futuro en la política estatal, que le persigue desde antes de la primera de sus cuatro mayorías absolutas consecutivas, al criticar las medidas anunciadas por Pablo Casado, líder del PP, para reactivar al partido tras su varapalo en Cataluña: los populares perdieron un diputado y con tres no solo quedaron relegados a la condición de última fuerza, sino que fueron ampliamente superados por Vox. La autoridad interna de Feijóo amplificó sus mensajes, dudando de las decisiones de Casado, y situó de nuevo el foco sobre él y su posible acceso al timón del barco popular. Pero ayer lo negó y descartó que exista un debate interno sobre la continuidad de Casado. “¿Tiene aspiración al liderazgo del PP a nivel estatal?”, le preguntaron los periodistas en la rueda de prensa posterior a la reunión semanal del Consello de la Xunta. “La pregunta es un clásico y la respuesta, también. Es no”, zanjó Feijóo.

El jueves pasado, el presidente del Ejecutivo gallego aprovechó su visita a Madrid para dejar varios recados en los medios a Casado. Puso en tela la juicio su intención de abandonar la simbólica sede de la calle Génova, cuyas reformas están investigadas por la justicia ante los indicios de que el PP pagó las obras con dinero negro, y también cuestionó la ruptura de amarras con la historia de su formación, en alusión al deseo de su jefe de filas de imponer silencio orgánico sobre los numerosos procesos judiciales que implican al extesorero del partido, Luis Bárcenas, que ha acusado a la cúpula de Mariano Rajoy de cobrar sobresueldos en negro y de recibir dinero de empresarios para financiar campañas a cambio de adjudicaciones de contratos públicos. Su última denuncia afecta a Esperanza Aguirre, expresidenta de la comunidad de Madrid. “Del pasado no se reniega, se aprende”, avisó Feijóo.

Barón de barones dentro del PP, Feijóo es consciente del peso que tienen sus palabras a nivel externo e interno, por lo que sus críticas en el peor momento de Casado elevaron la presión sobre este, aunque los altercados callejeros a raíz del encarcelamiento del rapero Pablo Hasél distrajeron el foco del debate popular.

En el seno del partido existe runrún sobre el futuro ante los giros de estrategia de Casado, compitiendo primero con Vox por ver quién elevaba más el tono contra el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, y luego rompiendo lazos con la formación de Santiago Abascal, que permite a los populares gobernar Madrid y Andalucía, por poner dos ejemplos, en contra de su mensaje acerca de que gobernase la fuerza más votada.

Aun así, Feijóo trató de aplacar las llamas internas. “No hay ninguna discusión que yo conozca”, respondió también a las preguntas sobre si existía un problema de liderazgo en el PP, justo el día en el que Casado lograba sellar la renovación del Consejo de RTVE y emboca la del Consejo General del Poder Judicial, reforzando su perfil de partido de Estado y centrista frente a Vox, precisamente lo que le había reclamado en su momento Feijóo.

También descartó las fricciones con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que replicó a las palabras de Feijóo sobre Casado reprochando los mensajes en los medios a su jefe de filas, aunque posteriormente matizó su postura. “Aclaró que sus manifestaciones nada tenían que ver conmigo. Estamos en un partido grande en el que prima la lealtad a la dirección nacional, donde cabe cualquier posicionamiento, pero desde la lealtad”, expuso el presidente de la Xunta.

Sobre el pasado

Además, Feijóo respondió también a una pregunta sobre una información relativa a que Casado les preguntó a sus antecesores, José María Aznar y Mariano Rajoy, sobre su relación con Bárcenas, al que el gallego, cuando era presidente del Gobierno y ya había estallado el escándalo sobre el tesorero, envió un mensaje de ánimo: “¡Sé fuerte, Luis!”.

“No me consta para nada que [Casado] haga preguntas a expresidentes pasados sobre ese asunto y no creo que tenga muchas dudas al respecto. A mí no me las ha hecho”, zanjó.