Las restricciones a la movilidad durante el pasado año para hacer frente a la pandemia del coronavirus provocaron que la AP-9 perdiese casi tres de cada diez usuarios y que el volumen de tráfico se redujese a niveles de hace más de dos décadas.

En diciembre pasado, la autopista que vertebra Galicia de norte a sur sumó su decimosegundo mes consecutivo a la baja. La última vez que perdió tráfico durante doce meses seguidos fue entre agosto de 2012 y julio de 2013.

Durante el pasado ejercicio, la intensidad media diaria se redujo hasta los 17.578 vehículos. Hay que remontarse hasta 1998 para encontrar una cifra menor: 15.826. Ni durante la crisis de 2008, el uso de la autopista gallega alcanzó cifras tan negativas, ya que entonces la reducción de la circulación de vehículos no fue tan elevada.

Los últimos datos del Ministerio de Transportes muestran los efectos del confinamiento de hace un año en la AP-9, pero también las restricciones de movilidad de la segunda ola, ya que el flujo de tráfico se desplomó un 28,1% durante 2020, frente al 31,5% de toda la red nacional, que marcó su mínimo desde 1990, el primer año del que hay registros

En enero y febrero, pese a que aún no se había decretado el confinamiento, su uso bajó un 0,2% y 0,8%, respectivamente. No fueron grandes descensos, pero siguieron la tónica negativa de finales del año anterior cuando cayó un 0,3% en octubre y un 0,2% en noviembre.

En la primera etapa de la pandemia, entre marzo y mayo, los meses centrales del confinamiento y cuando las restricciones de movilidad eran más elevadas, el tránsito por la vía se hundió un 60%, porcentaje que disminuyó a medida que se acercaba el verano, en paralelo al primer plan de desescalada.

En marzo, la caída fue del 42% y eso que hasta mediados de mes se podía circular con normalidad. En abril el desplome fue del 77,3%, cuando la movilidad de los vehículos estaba casi prohibida. En mayo, fue del 58%, cuando se relajaron las restricciones. Y en junio, con la vuelta a normalidad, el tráfico de la AP-9 volvió a caer, aunque no al ritmo de los meses anteriores: -28%.

El periodo estival, que supuso recuperar durante algunas semanas la nueva normalidad, no pudo compensar las caídas anteriores, pero tampoco las del otoño e invierno. En julio la intensidad media diaria cayó un 13,7% y en agosto lo hizo aún más: un 18,9%.

En los meses siguientes no mejoró la situación, sino que empeoró ya que los porcentajes negativos fueron en aumento: en septiembre, el tráfico de la AP-9 cayó un 15%; en octubre, un 18%; en noviembre, un 31,9%, y en diciembre, un 32,9%, pese a que durante este último mes se relajaron las medidas por el puente de la Constitución y la Navidad.

La caída del 32,9% es el cuarto mayor desplome de la serie histórica que arranca en 1999, tras los de marzo, abril y mayo del año pasado. La única diferencia es que en los tres casos anteriores las medidas de confinamiento eran mucho más severas. Todo ello hizo que el año acabara en números rojos y que se rompiese con seis ejercicios consecutivos de subidas.

El tráfico pesado también descendió en la AP-9, pero en menor medida y se fue amortiguando con el paso de los meses hasta llegar a diciembre en unas cifras casi similares a las de 2019. El número de camiones que circuló por la autopista gallega retrocedió durante el pasado ejercicio un 13,1% y en diciembre la caída solo fue del 0,4%.

Plus de peligrosidad por arreglar las carreteras

La Federación de Construcción y Madera (FCM) de la CIG ha reivindicado que se aplique el plus de peligrosidad regulado en los convenios de sector para las empresas que se ocupan de la conservación y mantenimiento de las carreteras. “Una medida que se demuestra especialmente oportuna tras el gravísimo accidente en el que un camión chocó contra el vehículo de una empresa de conservación en el municipio de Riós (Ourense)”, señala la central sindical en un comunicado. Este complemento de peligrosidad, explica, “equivale al 20% del salario base y se prevé expresamente para aquellas actividades en las que el riesgo o peligro que corre el personal es inevitable”. “En el caso del personal de las empresas cuya actividad principal es la conservación y mantenimiento de autopistas, autovías y carreteras convencionales, este se ve expuesto durante la mayor parte de su jornada laboral a un riesgo enteramente inevitable: lo de ser víctimas de golpes y atropellos”, argumenta la CIG.

El joven implicado en el accidente mortal de Salceda conducía bajo los efectos del alcohol

El conductor investigado por el accidente mortal de Salceda de Caselas (Pontevedra), en el que fallecieron una madre y sus dos hijos de 13 y 6 años de edad el pasado 19 de marzo, circulaba bajo los efectos del alcohol. Según estas fuentes, la prueba de alcoholemia practicada a este varón, A.L., de 32 años y que resultó herido grave en el siniestro, arrojó un resultado superior a la tasa constitutiva de delito (es decir, más de 0,6 mg/l), por lo que además del homicidio por imprudencia grave, “es posible” que también sea investigado por un supuesto delito contra la seguridad vial. Las primeras hipótesis sobre el siniestro mortal de Salceda apuntaron que se produjo un choque frontal entre el vehículo conducido por el investigado y el conducido por la mujer, con la que viajaban su hija y su hijo. Las primeras conclusiones a las que llegaron los investigadores en el lugar señalaron que la mujer se encontró de frente con el vehículo conducido por A.L., que habría invadido parcialmente el carril contrario, lo que la habría llevado a realizar una maniobra brusca. El otro conductor habría hecho a su vez un movimiento similar, lo que provocó el choque frontal.