En la Galicia rural, los agricultores y ganaderos luchan a diario por mantener a flote sus explotaciones pese a la guerra de precios y por garantizar el relevo generacional que a día de hoy se hace tan complicado debido al imparable éxodo de los jóvenes a las ciudades. Los que se quedan para vivir del campo son cada vez menos y la carga fiscal que acarrean las herencias se convierte en una traba a la hora de querer ponerse al frente de una granja o cooperativa familiar. El sector agrario denunció ayer los obstáculos impuestos por la Agencia Tributaria (AEAT) a los jóvenes a la hora de heredar explotaciones agrícolas, al gravar la cesión de la titularidad cuando esta se produce de padres a hijos.

Desde el Sindicato Labrero Galego (SLG) reclaman a Hacienda que revise estos gravámenes que consideran injustos, “además de un lastre para el necesario rejuvenecimiento del campo y el medio rural” en la comunidad gallega.

Ganaderos y agricultores rechazan en bloque los postulados del fisco español cuando se producen este tipo de cesiones en las explotaciones familiares. “En este caso, la AEAT entiende que se produce una ganancia patrimonial por la que obliga a tributar a la persona que cede la titularidad de la explotación”, cuestiona el SLG. Sin embargo, el sindicato agrario advierte de que esta ganancia casi nunca llega a producirse, al tratarse de cesiones dentro del ámbito familiar, en las que en la mayor parte de los casos no existe una contraprestación económica. Por ello, el sector reclama que estos cambios de titularidad se traten del mismo modo que cuando se produce un traspaso entre cónyuges, en los que no se aplica este tipo de tributación.

El sindicato considera que este gravamen solo consigue desincentivar el relevo generacional en el agro. El sector, va a perder a la mitad de los trabajadores dedicados a oficios agrícolas en los próximos dos años”, según alerta la secretaria general del SLG, Isabel Vilalba.