La Opinión de A Coruña

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Los epicentros de la ola de fuego perdieron en una década entre el 5% y el 24% de habitantes

La despoblación y el envejecimiento —en todos los municipios más afectados por los incendios de Ourense y Lugo ha aumentado el porcentaje de mayores de 64 años— contribuyen al abandono del monte y el campo

La imagen de la devastación en A Veiga de Cascallá, Rubiá, el pasado martes. | // BRAIS LORENZO

El origen de los dos mayores incendios de Galicia desde que existen registros se debió a causas naturales —una tormenta en la tarde-noche del jueves 14 de julio—, pero en su virulencia, en su voraz propagación, influyen —además del cambio climático— causas estructurales, factores sociales que favorecen los incendios de sexta generación, esos que crean microclimas, se expanden con ferocidad y son tan difíciles de extinguir que incluso atraviesan aldeas, reduciendo casas a ruinas como ha sucedido, por decenas, en Valdeorras y O Courel.

El daño del fuego, a vista de satélite, en O Courel y Valdeorras. | // C. S.

En el interior de Galicia, donde las temperaturas son más elevadas, también son más acusados la despoblación, el envejecimiento y el abandono del monte y del campo. Existen varias brechas entre la Galicia litoral y la de las montañas, y una es la demográfica. Con menos vecinos y con menos jóvenes, con una menor ocupación del medio rural, resulta mucho más complicado mantener el paisaje de mosaico, en el que el aprovechamiento de los labradíos actúa como barrera natural contra el fuego. Con menos huertas, con menos pastos, con menos plantaciones ordenadas de arbolado, la maleza prolifera al ocupar los espacios vacíos, yermos. Con más vegetación que devorar, los incendios engordan más fácilmente.

El incendio del parque natural de O Invernadeiro. | // @BRIFLAZA

“La gestión forestal deja bastante que desear y la política de prevención también debe mejorar. El combustible forestal es tremendo y el rural está prácticamente abandonado. Es un cúmulo de circunstancias. Cualquier foco de calor que se produzca al lado del combustible forestal genera una ignición automática”, ha advertido la fiscal delegada de Medio Ambiente en Galicia, Carmen Eiró, en una entrevista publicada en este periódico. Todos los municipios de Lugo y de Ourense que han sufrido los incendios más graves, en una ola con escasos precedentes por su devastación, han perdido población en una década. En todos esos territorios del interior gallego ha aumentado la media de edad, al incrementarse el porcentaje de residentes que superan los 64 años.

El incendio de mayor envergadura desde que hay datos en Galicia ha arrasado 10.500 hectáreas en Carballeda (1.460 vecinos), Rubiá (1.390) y O Barco de Valdeorras (13.384). Medio millar de vecinos de una veintena de núcleos tuvieron que ser desalojados, varias aldeas estuvieron en peligro durante cinco tensas jornadas, el fuego arrasó decenas de casas y también afectó al parque natural de la Enciña da Lastra, sin que la Xunta haya concretado por ahora cuánta superficie del paraje resultó calcinada.

Entre 2011 y 2021, la población cayó un 5,2% en O Barco, un 19,7% en Carballeda y un 10,9% en Rubiá. El porcentaje de población mayor de 64 años ascendió del 18,3 al 21,6% en el primer concello en ese periodo, pasó del 29,4 al 34,3% en Carballeda y del 39,3 al 40% en Rubiá.

Dos incendios originados en Folgoso y otros dos en A Pobra do Brollón —la causa también fue la tormenta— se unieron en el macroincendio de O Courel, que ha devorado 10.000 hectáreas. Otro más en Folgoso ha quemado 1.100. Este municipio de Lugo de 989 vecinos ha perdido un 18,3% de habitantes entre 2011 y 2021, un periodo en el que la proporción de personas de más edad ascendió del 40,05 al 42,4% del censo. En A Pobra do Brollón, donde la caída de población en una década es del 20,3%, los mayores de 64 años han pasado de ser el 45,9 al 46,2% de los 1.615 habitantes totales.

El gran incendio que afecta al parque natural de O Invernadeiro —la Xunta no precisa en qué medida— sumaba ayer 6.300 hectáreas. Otro rayo lo inició en Pradoalbar, en Vilariño de Conso. En este concello de montaña, uno de los menos poblados de Galicia —513 vecinos—, el censo ha caído un 23,7% entre 2011 y 2021, pero el envejecimiento ha ido a más: del 36,4 al 38,6%.

La superficie quemada supera las 32.000 hectáreas

La superficie afectada por los incendios en Galicia subió ayer hasta las 32.064 hectáreas quemadas, 619 más que las registradas hasta el sábado, y son cuatro los incendios que continúan activos, mientras que uno está estabilizado, seis controlados y otro quedó apagado. De la docena de incendios forestales que se registraron ayer en Galicia, cuatro de los más importantes siguen activos, según el último parte de Medio Rural. Los fuegos más grandes y que continúan sin ser estabilizados y controlados son los de Folgoso-A Pobra do Brollón (10.000 hectáreas), Folgoso-Seceda (1.100), ambos en la sierra de O Courel, en Lugo; Carballeda de Valdeorras (10.500) y Vilariño de Conso (6.300), los dos en la provincia de Ourense. Este último sigue ganando terreno, con medio millar más de hectáreas quemadas. Tres de los incendios que han conseguido ser controlados están en la localidad de Oímbra/Rabal, San Cibrao (Ourense) y los otros en Cervantes-Cereixedo, Palas de Rei-Ramil, Quiroga-Outeiro y Antas de Ulla-Santa Mariña do Castro de Amarante (Lugo). Está estabilizados el de Quiroga, en la parroquia de Nocedo, de 15 hectáreas. Y fue extinguido, a las 10.36, el de Oímbra-Videferre. Ninguno de estos incendios se encuentra ya en situación 2, por riesgo de proximidad a núcleos de población, después de que el viernes se desactivase este nivel de alerta en los dos más grandes.

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