Un acto de apoyo del Gobierno central en Camariñas, uno de los puntos negros tras el hundimiento del Prestige hace 20 años, sirvió para reivindicar ayer la “marea de solidaridad” que generó el naufragio, con miles de voluntarios que se plantaron en las playas para recoger chapapote con sus manos.
La portavoz del Ejecutivo y ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, destacó que aquella marea blanca supuso la “primera gran manifestación social que surgió en el país con motivos medioambientales”, ahora que la lucha contra el cambio climático está instalada ya, por ejemplo, en el debate público.
Rodríguez celebró el papel ciudadano en la protección del territorio en aquellos momentos. “Entre la negrura del fuel, apareció la dignidad de la humanidad, que representó lo mejor y más grande del país, sus gentes”, declaró en un acto al que acudieron también el delegado del Gobierno, José Miñones, y el líder del PSdeG, Valentín González Formoso, así como la alcaldesa de Camariñas, Sandra Ínsua.
La portavoz del Ejecutivo quiso también dejar una advertencia y pidió “no bajar la guardia” ante el riesgo de otra catástrofe durante un acto que tuvo un momento emotivo al recordar al coordinador de limpieza en Camariñas durante el desastre. Su viuda recibió una placa en agradecimiento a su labor.
