Augas de Galicia obliga a cuatro zonas a bajar la carga contaminante de sus depuradoras

Afecta a los ríos Umia, Mendo-Mandeo (Betanzos), Oitavén-Verdugo y a la zona de Rande en Redondela | Las EDAR deberán hacer reformas para reducir el vertido de fósforo a las aguas

EDAR de Redondela. |  // ANTONIO PINACHO

EDAR de Redondela. | // ANTONIO PINACHO / P. Pérez

P. Pérez

Augas de Galicia ha declarado cuatro nuevas áreas sensibles en la cuenca Galicia-Costa donde se endurecerán las exigencias de depuración de los vertidos urbanos de aguas residuales. Afecta a las zonas del río Oitavén-Verdugo, al Umia, al Mendo-Mandeo (Betanzos), así como a la zona de Rande (Redondela). Las once depuradoras situadas en estos ámbitos deberán adaptar sus instalaciones para reducir los niveles de fósforo que vierten a las aguas.

En Galicia existían hasta ahora 25 zonas declaradas sensibles, donde se extremaba la precaución con los vertidos, la mayoría eran embalses y lagunas. El Diario Oficial de Galicia (DOG) publicó ayer la actualización de éstas áreas vulnerables, una revisión que se realiza cada cuatro años aproximadamente para cumplir con la Directiva europea de aguas residuales urbanas. Así se añaden otras cuatro zonas, que engloban a las depuradoras del Oitavén-Verdugo (San Simón), la de Arcade (Soutomaior)-Vilaboa-Pontevedra, la de Comboa (Soutomaior), la de Riomaior (Vilaboa), la del Umia, la de Meaño, la de Cambados y Vilanova de Arousa, la de Mendo-Mandeo (Betanzos), la de Betanzos, la de Rande y la EDAR de Redondela.

Según explican desde la Consellería de Infraestruturas, de la que depende Aguas de Galicia, la actualización de zonas sensibles se basa en un estudio preliminar que elaboró el Ministerio para la Transición Ecológica para las demarcaciones hidrográficas de toda España, con criterios homogéneos. “Para concretar ese estudio la Demarcación Galicia-Costa, que es donde tiene competencias la Xunta, recopiló la información adicional, tanto por parte de Aguas de Galicia como de Intecmar”, explican desde la consellería que dirige Ethel Vázquez.

Los tratamientos de depuración de las grandes depuradoras, que dan servicio a aglomeraciones de más de 10.000 habitantes, que se sitúen dentro de estas masas de agua declaradas sensibles “deben adecuarse a las peculiaridades del medio receptor donde se vierte”. En este caso, deberán alcanzar una mayor reducción de los niveles de fósforo.

El vertido continuo de detergentes, pesticidas, fertilizantes y aguas residuales urbanas e industriales aumenta las cantidades de fósforo, que favorece la proliferación de algas fitoplanctónicas y empeora la calidad del agua. La reducción de fósforo en las aguas residuales debe hacerse mediante procesos biológicos o por precipitación química. Según explica la Xunta, algunas plantas depuradoras ya están preparadas para ello y otras tendrán que acometer “modificaciones de más calado. Se dispone de un plazo de 7 años para aplicar este tratamiento más riguroso.

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