Más de la mitad de los accidentados en la pesca no llevan ni un año en el puesto

El Ministerio de Trabajo evidencia que la falta de experiencia es “un aspecto de especial impacto” en el sector, uno de los que arrastra mayor índice de siniestralidad laboral

Marineros descargando las capturas de sardina en una embarcación. |   // J. M. S.

Marineros descargando las capturas de sardina en una embarcación. | // J. M. S. / Julio Pérez

Julio Pérez

La misión de búsqueda e inspección del Pitanxo encargada a la empresa gallega ACSM localizó el pesquero muy cerca del lugar donde el sistema de identificación automática emitió sus últimas señales en la madrugada de aquel fatídico 15 de febrero de 2022 frente a la costa de Terranova. La grabación del barco a 750 metros de profundidad será clave para intentar desentrañar qué pasó realmente. Si, como dice el patrón, Juan Padín Costas, y respalda su sobrino, Eduardo Rial, se fue a pique por culpa de un fallo de motor; o, como declaró el tercer superviviente, el marinero Samuel Kwesi, el aparejo quedó enganchado al fondo del mar. Esa fue también la primera versión del propio Padín, según aseguraron al juez Ismael Moreno los tripulantes del Playa Menduiña 2, que acudieron al rescate de sus colegas. En su comparecencia en la Audiencia Nacional confirmaron lo que ya habían trasladado a la Guardia Civil. Que el patrón reconoció que la embarcación “embarró, escoró y lógicamente, en esa maniobra empezó a entrar mucha agua”, la verdadera razón de la parada del motor, “sin que nunca se llegaran a arriar los cables”.

“Las filmaciones obtenidas del pecio se incorporarán al expediente de investigación y se procederá a su examen para tenerlas en cuenta en las conclusiones sobre el informe sobre este accidente”, anunciaba la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim) tras dar por concluida la operación el pasado 5 de junio, con la intención de finalizar y publicar el análisis “lo antes posible”. Hacía 44 años que el naufragio de un pesquero gallego no dejaba tantas vidas perdidas. En el Pitanxo fallecieron 21 personas, aunque solo se recuperaron 9 cadáveres. El accidente disparó las estadísticas de la siniestralidad laboral el pasado año en Galicia. Los accidentes mortales aumentaron casi un 40% con 75 víctimas, de las que 25 eran trabajadores de la pesca, incluidos los marineros del barco propiedad de Pesquerías Nores Marín.

Aunque la evolución de los accidentes mortales en la pesca es muy irregular, “consecuencia de accidentes marítimos como vuelcos, colisiones, abordajes, hundimientos-inundaciones e incendios de los buques que, en ocasiones, se cobran un número elevado de víctimas mortales y generan picos significativos”, su incidencia —el número de siniestros en comparación con la cantidad de trabajadores que tiene el sector— “se encuentra, a lo largo de los años, muy por encima” del resto de actividades. Supera, incluso, el índice de la construcción, como señala un reciente estudio del Ministerio de Trabajo y Economía Social y el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (Insst). En 2020 se contabilizaron 16 accidentes mortales en la pesca, un 300% por encima de 2019. “Hay que precisar que los cuatro fallecimientos ocurrido en 2019 fueron un dato anormalmente bajo dentro de la serie 2010-20 —explica el informe de caracterización de la siniestralidad en la actividad pesquera—, donde el valor promedio se sitúa en 15 fallecidos al año”. Como actividad muy masculinizada, los hombres concentran el 93% de los siniestros del sector. La edad media de los accidentados ronda los 42 años: 44,5 en la pesca y 41,8 en la acuicultura. A pesar de su importante presencia por falta de mano de obra local, el porcentaje de accidentes sufridos por extranjeros ronda el 11%, un dato “muy similar a la media nacional para el total de actividades”, según el análisis. Salta a la vista la incidencia según la antigüedad del trabajador. Más del 50% no llevaba ni un año en el puesto. “La falta de experiencia resulta un aspecto de especial impacto”, alertan Trabajo y el Insst.

Son, por lo general, situaciones de mayor gravedad. El 8,5% de los accidentes en el conjunto de las actividades requirieron atención hospitalaria en 2020. En la pesca cerca del 12%. Por eso la duración de las bajas se alarga más: 59 días de media, frente a los 35 del total de sectores.

En toda España hay más de 40.000 personas que trabajan en la pesca “y, como en otros países, presenta unos elevados índices de incidencia de accidentes que, además, tienen una gravedad mayor que en otros sectores y también unos elevados niveles de mortalidad”. Se exponen a riesgos “de muy diversa índole”, recuerda el departamento dirigido en funciones por Yolanda Díaz: los de la propia navegación, operando en una plataforma en continuo movimiento “y en un ambiente, a menudo, hostil”. La lista de amenazas latentes también incorpora el manejo de maquinaria peligrosa, el fuerte ruido a bordo y las vibraciones, las inclemencias climáticas o la carga física elevada.

Hasta el propio lugar de trabajo es particular en su caso. “Por sus propias características, el buque es un lugar de trabajo inestable”, señalan los expertos, flotando en el medio del mar y con distancias a la costa que pueden demorar la atención médica.

La pesca y la acuicultura ocuparon el puesto 12 en el ranking de la siniestralidad laboral en España en 202. Acumularon casi 5.400 accidentes con baja por cada 100.000 afiliados. Es el doble que la media (2.455).

Las caídas como consecuencia de tropiezos, resbalones y pérdidas de equilibrio suponen el 26,8% de los accidentes graves en el sector. Los choques o golpes con objetos en movimiento agruparon el 18%; un 17% se debió a atrapamientos, aplastamientos y amputaciones; mientras que los sobreesfuerzos causaron el 10%, según la información de los partes de baja. En los siniestros mortales, la mayoría (42,5%) se debe a los ahogamientos por la caída al mar o accidentes marítimos. Los infartos y otras patologías no traumáticas representaron el 29%; y el 18,6% de las víctimas se golpearon.

Suscríbete para seguir leyendo